Guti aclara las cosas a Luxemburgo
La salida del centrocampista y su conexión con Ronaldo ventilan al Atlético, que pagó el absurdo penalti de Antonio López y su expulsión
La conexión Guti-Ronaldo funcionó de nuevo en el Manzanares, con una terquedad que el entrenador del Madrid se niega a admitir. Luxemburgo hace todo lo posible por retirar la confianza a Guti y, de paso, rebaja la eficacia de Ronaldo, por difícil que parezca. Pocas veces se ha dado en el fútbol un caso tan claro de asociación instantánea, como volvió a demostrarse frente al Atlético. Después de una hora tensa, fea y llena de errores, entró Guti y se acabó el partido. Un pase y un gol de Ronaldo, que no encuentra antídoto en el Atlético. Tampoco ayer. El Atlético no tenía antídoto contra nada. Desde el primer momento hizo todas las concesiones necesarias para salir derrotado del derby.
ATLÉTICO 0 REAL MADRID 3
Atlético de Madrid: Leo Franco; Velasco, Pablo, Perea, Antonio López; Maxi (Velera, m. 65), Zahínos, Luccin, Petrov; Kezman (Gabi, m. 65) y Fernando Torres.
Real Madrid: Casillas; Salgado (Diogo, m. 40), Sergio Ramos, Helguera, Roberto Carlos; Beckham, Pablo García, Zidane (Guti, m. 55); Baptista (Robinho, m. 69); Raúl y Ronaldo.
Goles: 0-1. M. 8. Ronaldo, de penalti cometido sobre Raúl. 0-2. M. 60. Guti da un gran pase desde el centro del campo y Ronaldo lo aprovecha para batir a Leo Franco. 0-3. M. 90. Beckham asiste a Robinho en la banda izquierda y su centro lo mete Perea en propia puerta.
Árbitro: González Vázquez. Amonestó a Kezman, Sergio Ramos, Luccin, Pablo, Petrov, Pablo García y Perea. Expulsó por roja directa a Antonio López (m. 6).
Unos 54.000 espectadores en el Calderón.
Las miserias de los defensas españoles quedaron retratadas por Antonio López, lateral de la selección en los dos últimos partidos, dato que debería servir como garantía de calidad. Pues no. Antonio López garantizó la victoria del Madrid con un absurdo penalti a Raúl apenas comenzado el encuentro. Se perfiló mal, entró a destiempo, derribó a Raúl, hizo penalti y se fue a la ducha. El destino de la selección es más que dudoso con esta clase de defensas. El del Atlético, también. Jugó con toda clase de desventajas: con un jugador menos, con un gol en contra, con una inseguridad aparatosa, con unas decisiones más que cuestionables de Bianchi y con unos futbolistas que dieron una impresión muy mediocre de sus posibilidades. Ante este desfigurado equipo, el Madrid ofreció un partido de medio pelo, decepcionante en muchos sentidos. No sacó ventaja de sus facilidades y apenas remató en toda la noche, hasta el punto de comprometer durante demasiado tiempo una victoria que se antojaba sencilla.
Lo mejor del Madrid se observó en los cinco primeros minutos, antes de que Antonio López le hiciera el impagable favor del penalti. Salió con aires de superioridad y ninguneó al Atlético, que fracasó desde el primer minuto. Fracasó en todas las líneas. El portero no agarró la pelota en ningún remate, la defensa regaló un penalti, los centrocampistas jugaron como novatos y los delanteros se encontraron aislados en medio de la confusión, especialmente Kezman, un futbolista mediocre que tiene la virtud de cazar goles en el área. No es poco, pero en lo demás es un mueble. Como el Atlético no alcanzó el área del Madrid, la presencia de Kezman en el partido se convirtió en algo parecido a una cábala de Bianchi. Su equipo necesitaba más consistencia defensiva y más gente en el medio campo, donde Luccin confirmó que es un caso flagrante de futbolista sobrevalorado y Zahínos manifestó su inmadurez. Bianchi prefirió sacrificar a Petrov, obligado a actuar en todo el carril. Obligado a condenarse porque le quedaron lejos las dos áreas. Fue una manera de desperdiciar a uno de los pocos jugadores picantes del Atlético.
Sin embargo, el peor Atlético posible estuvo metido en el encuentro más tiempo de lo que merecía. Se lo permitió el Madrid, por condescendencia o porque es un equipo que raramente juega bien. Los resultados dirán lo que quieran, pero el Madrid tiene poco fútbol y tampoco es una roca defensiva. Más bien lo contrario. El Madrid concede oportunidades a todos los rivales, incluido al desventurado Atlético. Si Bianchi no remedió la expulsión de Antonio López, el técnico del Madrid no ayudó a su equipo con el regreso de Zidane a la titularidad. O sea, con el regreso de Guti al banco. No ha jugado bien en sus últimos partidos como titular, pero Guti está muy por encima del actual Zidane, abatido por los achaques y la fatiga. Luxemburgo tardó una hora en aceptar la evidencia, un tiempo precioso que el Madrid desperdició. Por sus propios defectos, el Madrid mantuvo al Atlético en el encuentro. No ventiló el partido y no encontró a Ronaldo, martillo de los colchoneros. Tampoco encontró a Baptista, que tiene mucho en común con Kezman. O están para el gol, o se quedan en nada.
Ante las concesiones que encontró, el Atlético se hizo ilusiones que no le correspondían. Se fueron al garete cuando ingresó Guti por Zidane. De repente, al Madrid se le encendieron las luces. Por dos razones: porque Guti es el único pasador puro del Madrid y porque su conexión con Ronaldo es demoledora. Nadie entiende las cualidades de Ronaldo como este discutido centrocampista. Hasta los goles del brasileño son diferentes cuando juega Guti. Son goles de desmarque, de sprinter y de delantero implacable en el mano a mano. Ronaldo se perfila de forma diferente cuando Guti maneja la pelota porque sabe que es probable el pase profundo y definitivo. Como el del segundo tanto, la conexión perfecta entre dos jugadores que se asocian instantáneamente. El pase y la definición fueron magníficos. Ronaldo salió como un avión, controló la pelota y la dejó en la red con una serenidad apabullante. Ahí se acabó el partido. Se había terminado mucho antes, con la expulsión de Antonio López y la desastrosa respuesta del Atlético. Pero el Madrid y su entrenadores no se enteraron hasta una hora después, cuando entró Guti y dio carpetazo al asunto.
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