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La Mostra de València desvela la fuerza del cine más reciente de la República Checa

Una selección de siete películas ofrece una panorámica de la resurrección del cine checo

Siete películas componen el apartado que la Mostra de València-Cinema del Mediterrani dedica a dar a conocer la filmografía más reciente de la República Checa, el país invitado por la organización del festival en la edición de este año. Una selección de siete filmes que refleja "todas las corrientes de creación cinematográfica" en el país centroeuropeo, en palabras de la directora del Centro Checo de Madrid, Adriana Krasova, que presentó ayer el ciclo en el certamen valenciano en compañía de los actores Marek Vasut y Miroslav Donutil.

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La desconfianza en el futuro

Hay un acontecimiento sobre el que pivota la historia más reciente del cine checo: la revolución del terciopelo. Aquella revuelta pacífica que acabó con 40 años de dictadura comunista produjo un efecto contradictorio en la industria cinematográfica. "El cine checo pasó a ser independiente, lo que llevó consigo graves problemas de financiación, aunque ganó en el aspecto de que hubo libertad de expresión", explicó Miroslav Donutil, protagonista de Nuda v Brne, de Vladimir Moravek, una de las cintas que componen el ciclo. El cambio político agudizó la imaginación de productores y directores a la hora de buscar dinero para pagar sus filmes, como en el caso de la película de Moravek, quien llegó a un acuerdo con los actores para cobrar según un porcentaje de taquilla. "Le salió mal", dice entre risas Donutil, "porque la película tuvo más de medio millón de espectadores".

La Mostra ofrece siete filmes en un país que produce una treintena de títulos al año y que, poco a poco, sale del hoyo. "Antes el único patrocinador del cine era el Estado, que ahora da muy poco apoyo, pero se van incorporando como productores los canales de televisión privada", según la opinión de Marek Vasut, protagonista de Roman pro zeny, de Filip Renc, otra de las cintas programadas en el ciclo. Ni los grandes nombres del cine checo durante la etapa comunista, como Jiri Menzel, se libraron de la crisis, ya que el laureado director praguense, homenajeado el pasado verano en Cinema Jove, "se pasó ocho años sin hacer cine", según reveló Vasut. Junto a las dos películas citadas, el festival exhibe una muestra de tendencias que van desde los temas sociales (Horem padem, de Jan Hrebjek, y Slunecní stát aneb hrdinové delnické trídi, de Martin Sulík) hasta los problemas de la juventud (Samotari, de David Ondricek, y Jizda, de Jan Sverak) pasando por la experimentación creativa próxima al formato documental (Cesky sen, de Vít Klusak y Filip Remunda).

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