La cuadratura del círculo
KRUSHEV SERÁ siempre recordado por sus aparatosos gestos, sea el zapato sobre la mesa en la Asamblea de la ONU, sea su actuación servil para divertir al amo en las veladas presididas por Stalin. Falló a la hora de atender una de las exigencias ineludibles del sistema soviético, la puesta en marcha de un "flujo circular" cuidando de cubrir los puestos políticos con hombres fieles que le debieran el nombramiento y fuesen conscientes de que su suerte le estaba ligada.
No obstante, Krushev consiguió, a trancas y barrancas, una casi imposible cuadratura del círculo: liberarse de la sombra monstruosa de Stalin, salvando al mismo tiempo el prestigio del sistema soviético. Su actuación en el XX Congreso del PCUS abrió el camino para una revisión crítica del comunismo, pero desviando el blanco y ocultando el hecho esencial de que quien puso en marcha la dictadura del partido, su fusión con el Estado, y el régimen de terror, no fue Stalin, sino Lenin. Pero, en tiempos de Krushev, el Gulag empezó a abrirse para liberar parcialmente a sus víctimas y llegó una brizna de tolerancia que hizo posible la publicación del Ivan Denisovitch, de Solzhenitsin. En su época, el consumo aumentó y una visión triunfalista hablaba de atrapar al capitalismo en los ochenta, y gracias a la "coexistencia pacífica" disminuyó el riesgo de guerra nuclear. En 1962, la crisis de los misiles mostró que el riesgo seguía, pero si bien acabó con el prestigio de Krushev, la aparente retirada fue decisiva para la supervivencia de Fidel Castro en Cuba. Krushev era tosco, pero no torpe. A. ELORZA
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