Un arquitecto coherente

Retrato del artista adolescente, la primera novela de James Joyce, se adentra a través de su protagonista, Stephen Dedalus, en los senderos de la formación estética y de la búsqueda particular del camino artístico. El arquitecto navarro Rafael Moneo (Tudela, 1937) se sirvió ayer del libro del escritor irlandés para repasar en San Sebastián los comienzos y la trayectoria de su colega guipuzcoano Luis Peña Ganchegui (Oñati, 1926), de quien dijo que supone "un caso admirable de continuidad formal".

Moneo visitó la Escuela Superior de Arquitectura de la UPV, en cuyo paraninfo no cabía un alfiler. Ante la atenta mirada de Peña Ganchegui y del director del centro, Iñaki Galarraga, repasó las tres primeras obras de su compañero y amigo. Con este recorrido, con el que la escuela cumple su deseo de mantenerse en contacto directo con el trabajo de los arquitectos de primera fila, quería subrayar ante los estudiantes la importancia de los inicios de un profesional y cómo pueden marcar su futuro.

"No se ha visto sometido a la tiranía de los estilos", dice el autor del Kursaal

El autor de los cubos que dan forma al Kursaal se remontó así al proyecto con el que se estrenó Peña Ganchegui en 1959: una torre residencial en el parque Vista Alegre de Zarautz. "Tenía 33 años, era un hombre maduro, pero un arquitecto adolescente que inicia su andadura cargado de idealismo", comentó.

Como tal, dio vida a un edificio "de una gran ambición, de una ambición que acompaña a los ideales que pueden ser los de un adolescente". Es un edificio que se entiende como "objeto autónomo" de su medio y en el que se adivina la influencia de la arquitectura japonesa o inglesa. Además, muestra que, de acuerdo con la idea de colectividad de los 50, "es más práctico vivir en altura que en villas que expolian la aldea", expuso Moneo.

Ese idealismo adolescente dejó paso enseguida a un "arquitecto maduro, más realista y social" que, "sin traumas", optó por una práctica profesional "más capaz de convivir con el paisaje natural y la fisonomía de las ciudades y pueblos del País Vasco", apuntó quien firma la polémica ampliación del Prado.

El grupo de viviendas de Iparraguirre y las casas de Aizetzu, ambas en Mutriku y ambas más integradas en el medio, fueron la segunda y tercera obras de Peña Ganchegui. "Pretende hacer una arquitectura para todo el País Vasco", subrayó Moneo, convencido de la coherencia que luego ha caracterizado la trayectoria del autor guipuzcoano, quien obtuvo en 1994 la Medalla de Oro de la Arquitectura, galardón concedido por el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España.

"Siendo una persona informada y atenta a lo que se hace en la arquitectura en el mundo, su trabajo no se ha visto tan sometido a los bandazos que impone la tiranía de seguir los estilos", aseguró Moneo. Peña Ganchegui, creador de la donostiarra plaza del Tenis, junto al conjunto escultórico de Eduardo Chillida El Peine del Viento, o de la plaza de la Trinidad, "se ha mantenido muy fiel a una forma de entender la construcción y la ciudad", apostilló.