Tabaquismo y políticas de prevención
En pleno debate sobre la adopción de una normativa más rigurosa para prevenir los daños que causa el tabaco en la salud pública, han surgido voces argumentando que las acciones y los planes de control del tabaquismo han fracasado, que cada vez se fuma más, y que los niños empiezan a fumar más temprano. La verdad es que la situación es precisamente la contraria. Los fumadores son una proporción menor de la población; incluso entre las mujeres hay indicios de declive del tabaquismo; los adolescentes fuman menos que años atrás, y la edad media de inicio de los que fuman no ha variado significativamente y sigue en torno a los 16-17 años.
La expresión de estas opiniones ajenas a la realidad se sustenta en la inexistencia de un sistema de información de salud pública acreditado en este país, que proporcione estadísticas pertinentes y de calidad de forma periódica y comparable. A diferencia de años atrás, hoy se recogen datos que están accesibles a los estudiosos para realizar investigaciones. En el conjunto de España destacan la Encuesta Nacional de Salud y las encuestas del Plan Nacional sobre Drogas (PND) a estudiantes de 14 a 18 años. En Cataluña hay encuestas de salud o de tabaco del Departamento de Salud. En Barcelona hay datos más exhaustivos, pues desde hace años sus servicios de salud pública construyeron un sistema de información estable. Con la excepción de la ciudad de Barcelona, la explotación rutinaria de estos datos suele ser incompleta; se agrupan datos de modo que no es posible apreciar lo relevante; se difunden resultados sin ajustar, y a veces se realizan comparaciones inapropiadas mezclando datos que no se pueden comparar. Esto no afecta sólo a los expertos, sino que es relevante para el debate público y la acción de gobierno, porque sobre la falta de información rigurosa se construye la confusión. En el caso del tabaquismo, los intereses de la industria tabaquera y los opuestos a la regulación coinciden con la visión catastrofista de quienes consideran que ningún esfuerzo organizado ha servido y que todo está por hacer:
Para tener una opinión más fundada, hay que acudir a las fuentes. ¿Y qué dicen los datos sobre tabaquismo? Si observamos su evolución en el conjunto de la población, la encuesta de Barcelona muestra que los fumadores diarios pasaron de ser el 55% de los mayores de 15 años en 1983 al 44% en 1992 y el 35% en 2000-2001 en el caso de los varones; para las mujeres las cifras fueron de 21%, 23% y 23%. O sea, que hay una disminución muy importante para los varones, y una estabilización para las mujeres. Los datos del conjunto de España muestran que los fumadores eran el 55% en 1987, 45% en 1997 y 38% en 2003 para los varones y el 23%, 27% y 25% entre las mujeres.
Diferenciando por edad y sexo, resulta evidente que el pico de la epidemia ha pasado entre los varones y entre las mujeres. Las generaciones de varones que han fumado más son las de edad más avanzada: los que hicieron la guerra como jóvenes fueron los más fumadores de la historia española. Cada generación posterior ha tenido menos fumadores. Así, en 2004, los varones de Cataluña entre 25 y 34 años que nunca habían fumado eran el 39%, mientras que los de 35 a 44 años eran el 36%. Entre las mujeres, la generación más fumadora es la de las nacidas alrededor de 1960. Las mujeres de 25 a 34 años que nunca han fumado son el 52%, mientras que las de entre 35 y 44 años son sólo el 45%. Por otra parte, la proporción de ex fumadores crece con la edad en varones y mujeres. A partir de los 55 años, la mayoría de los fumadores han dejado el hábito en ambos sexos.
Los datos sobre adolescentes, procedentes de las encuestas en escuelas, son pertinentes. Los indicadores principales en estas edades de experimentación son el consumo reciente o el frecuente. Analizar el consumo diario es poco útil a edades tempranas como los 13-14 años por inhabitual; contrariamente, el haber probado el tabaco aporta poco por ser casi universal. Es entre los que han tenido contacto reciente con el tabaco de quienes emergen los nuevos fumadores: primero lo serán ocasionales, muchos pasarán a regulares, que finalmente serán fumadores diarios. ¿Qué indican aquí los datos?
Los de Barcelona muestran que la pequeña proporción de fumadores diarios precoces no presenta variaciones relevantes, pero los que dicen haber fumado en un periodo reciente han disminuido mucho. En 2º curso de ESO (antes 8º de EGB, básicamente de 13 a 14 años) fumaban de forma regular el 13% de los chicos en 1987, 10,4% en 1996 y 5% en 2004; para las chicas, las cifras son respectivamente de 13%, 9% y 8%. Hace menos tiempo que la escolaridad obligatoria se extendió, y por tanto existen menos datos representativos de escolares de 15 a 16 años que cursan ESO. En 1996 fumaba de forma regular el 26% de los chicos y el 41% de las chicas de 4º de ESO; en 2004 lo hacía el 19% de los chicos y el 25% de las chicas. Más chicas fuman a esta edad, pero a los 20 años la proporción es similar.
¿Qué pasa en el conjunto de Cataluña? Los datos de las encuestas del PND de Cataluña a estudiantes adolescentes son complejos de analizar. Si se limita el análisis a los encuestados de 15 años, la proporción que dice haber fumado el último mes ha pasado del 40% en 1994 al 23% en 2004, y la de fumadores diarios ha pasado del 25% al 16%. Estos datos en adolescentes son congruentes con los de adultos jóvenes.
Por tanto, aunque las políticas de prevención hayan sido incompletas, la información sobre el daño que causa el tabaco ha circulado, los servicios sanitarios han estimulado su abandono y las intervenciones desarrolladas, aunque de cobertura e intensidad modesta, han sido en general exitosas. La tendencia es, por tanto, positiva, y cabe esperar que actuaciones legislativas para evitar la promoción del tabaco y regular su uso en los lugares de trabajo, con una mayor presión fiscal, pueden acelerar este proceso y disminuir los estragos que causa. También sería deseable que la recogida de datos por las administraciones se acompañara de un esfuerzo comparable de análisis y difusión sistemática, que proporcionara más información de calidad y evitara la confusión; cabe esperar que también esto mejorará.
Joan-Ramon Villalbí es doctor en Medicina, maestro en Salud Pública, miembro del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo y presidente del Consejo Asesor de Tabaquismo del Departamento de Salud de la Generalitat.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.