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Entrevista:ANTONIO ZAVALA | Jesuita y profesor

"Las guerras se escriben desde la voz de los jefes y no de los soldados"

El jesuita Antonio Zavala (Tolosa, 1928) ha recuperado y preparado para la imprenta los cuadernos manuscritos en los que el también jesuita Francisco Apalategui Igarzabal (San Sebastián, 1867-Azpeitia, 1948) recogió entre 1922 y 1936, tanto en euskera como en castellano, los testimonios de soldados, campesinos, comerciantes y artesanos que vivieron, más o menos cerca, la Segunda Guerra Carlista. El resultado se titula Karlisten eta liberalen gerra kontaerak. Relatos de guerra de carlistas y liberales, dos tomos que suman 970 páginas publicados por la Editorial Auspoa y la Diputación de Guipúzcoa.

Pregunta. ¿Por qué se ha embarcado en este proyecto?

Respuesta. Me daba pena que todo ese material [una parte se conserva en la Diputación y otra, en el Santuario de Loiola, en Azpeitia] siguiera inédito.

P. ¿Qué aportan las voces de esos veteranos que no ofrece la versión oficial?

R. La historia se acostumbra a escribir basándose en documentos escritos y fija su atención en narrar los acontecimientos de arriba abajo, desde el punto de vista político y desde el de los generales o jefes. Apalategui recogió los recuerdos de esos veteranos. Son testimonios orales y el punto de vista es de abajo arriba. Cuenta los hechos desde el punto de vista del soldado.

P. El libro se recogen tanto testimonios de carlistas como de liberales. ¿En esa guerra, como en otras, se puede hablar de buenos y malos?

R. Lo de buenos y malos hay que dejarlo para los jerifaltes. Los veteranos que hablan aquí, los de un bando y los de otro, fueron unos pobres chicos que se vieron envueltos en la guerra y tuvieron que sufrirla. Y esto es aplicable a todas las guerras.

P. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de esos relatos?

R. Lo cercanos que se nos hacen aquellos hombres y acontecimientos. La riqueza anecdótica es enorme. Como digo en el prólogo, parece que estamos viendo y oyendo los hechos como en una película.

P. Cuénteme alguna anécdota.

R. Durante la batalla de Lácar, en febrero de 1875, unos voluntarios carlistas del Goierri se apoderaron de una maleta llena de ornamentos y libros de rezo. La maleta era del capellán liberal de un batallón. Años después, esos voluntarios se encontraron con el capellán en Ordizia y le devolvieron la maleta. El capellán les obsequió con una cena.

P. ¿Qué poso queda en la Euskadi actual de las guerras carlistas?

R. Algún poso quedará, claro, pero con esa pregunta me quiere usted sacar de la historiografía oral, que de eso no se preocupa, a la historiografía documentada. A los que se ocupan de ésta es a quienes hay que dirigir esa pregunta y otras de esa índole.

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