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Reportaje:GRECIA, PAÍS INVITADO EN LIBER 2005

Multitud de modos de narrar en griego

El español y la cultura española están de moda en Grecia, pero no se trata de un amor correspondido. Allí se traduce y se lee mucha más literatura española, o escrita en español, de lo que en España leemos a los griegos contemporáneos. No obstante, dado que en el Liber de Madrid es Grecia el país invitado, tendremos ocasión de acercarnos a una narrativa intrínsecamente interesante y de una calidad no inferior a las más publicitadas de otros países europeos. A propósito del acontecimiento, he coordinado recientemente una Antología del cuento griego que ofreciese una amplia panorámica del siglo XX. He tratado de incluir en ella a los autores más representativos y de reflejar los distintos movimientos literarios, desde la generación de 1880 hasta nuestros días, con la doble intención de contribuir a llenar el vacío existente y de despertar el interés hacia la literatura griega contemporánea.

Conviene destacar la poca atención, cuando no el total desconocimiento, que se ha dado en España a autores veteranos y que gozan de reconocimiento en Grecia

Hasta el momento, y a excepción de los grandes poetas griegos, sólo algunas obras afortunadas han tenido ocasión de ser publicadas en España por editoriales grandes: éste es el caso de La tercera boda, de Costas Taktsís, considerada un clásico de la literatura griega contemporánea, y de Las mujeres de su vida, de Lena Divani, ambas en Alfaguara; o de las novelas de Pavlos Mátesis, Memorias de una hija de perra; El licor muerto, de Giannis Xanthoulis, y El fallo, de Andonis Samarakis, en Seix Barral.Según Pere Gimferrer, la clave de las novelas de Mátesis, que nos visitará con ocasión del Liber, "es el lenguaje a través del cual nos ofrece una crónica de Grecia desde un punto de vista no oficial, que representa lo marginal, lo picaresco, lo carnavalesco y antirretórico, lo que lo convierte en una especie de anti-Góngora". Ediciones B ha publicado Noticias de la noche, Defensa cerrada y Suicidio perfecto, las novelas policiacas del mejor representante griego del género, Petros Márkaris, y la original novela de Apostolos Doxiadis, El tío Petros y la conjetura de Goldbach, en la que toca un tema poco tratado por la narrativa en general, como es el mundo de las matemáticas. Muchnik Editores también ha publicado El mensaje, de Filippos Dracodaidis, una alegoría en torno a la dilación de la utopía revolucionaria. Caso aparte son las novelas de Nikos Kazantzakis publicadas por Alianza Editorial y Debate.

Pero suelen ser editoriales pequeñas como Lengua de Trapo, Metáfora, Miguel Gómez Ediciones, Acantilado o Páginas de Espuma las que se arriesgan a difundir autores importantes aunque poco conocidos. En Lengua de Trapo apareció el pasado año La pequeña Inglaterra, de Ioanna Karystiani, un best seller ambientado en la isla de Andros, que trata del destino de la mujer en una pequeña comunidad lastrada por la omnipresente sombra de la carencia masculina. En Acantilado, Tierras de sangre, de Didó Sotiríu, novela que tuvo una gran acogida tanto en Grecia como en Turquía, en la que trata el tema del Desastre de Asia Menor. Las hay que hacen una apuesta más estable por la literatura griega como son Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, en cuyo catálogo se encuentran La guardia, de Nikos Kavvadías; el libro de relatos de Costas Taktsís, Las vueltas, y la transgresora e interesante novela de Maria Efstaciadi, Un melodrama (o casi), que sale a la calle en estos días. También Miguel Gómez Ediciones nos ha venido ofreciendo un variado repertorio de poetas y narradores entre los que se incluyen la novela de Zanasis Valtinós, Azul profundo casi negro, y la novela corta El gato embalsamado, de Zomás Scasis, que se presenta ahora. En la editorial Metáfora, que tiene como objetivo la edición de obras del Este y de Grecia, ha aparecido Helena o Nadie, de Rhea Galanaki, una autora que se adentra con maestría en temas como la identidad europea o el papel de la mujer en la sociedad.

Conviene destacar la poca aten-

ción, cuando no el total desconocimiento, que se ha dado en España a autores veteranos y reconocidos en Grecia como son Zanasis Valtinós, cuyo peculiar uso del testimonio hace de su personalísima obra algo único dentro de la narrativa griega contemporánea, Menis Kumandareas, el representante vivo del realismo social, que sabe trascender gracias al lirismo de unos textos que nos hablan del deterioro de la juventud y de la belleza, y responsabilizan al progreso de conducir al ser humano a la enajenación. No hay que olvidar al poeta y narrador E. J. Gonatás, diestro en la utilización del sueño y de la parábola poética; a Dimitris Nolas, uno de los narradores y guionistas más originales de la Grecia contemporánea que se distingue por su temática actual y ambiente cosmopolita; a Pródromos Márkoglu, cuyas vivencias de la infancia en los difíciles años de la posguerra han desempeñado un papel significativo en la configuración de su obra; a Andonis Surunis, en el que encontramos en clave de humor reminiscencias tanto bukowskianas como de escritores griegos de comienzos del siglo XX que escribieron sobre el mundo marginal. Es imprescindible citar también a autoras como Maro Duka, que refleja en sus primeras obras las inquietudes de la juventud politizada de los setenta; Margarita Karapanu, quien atraída por el tema de la división de la personalidad nos habla de la transformación de seres angélicos en demonios o viceversa; Evyenía Fakinu, para quien la oposición entre tradición popular y cultura burguesa socava las raíces y la identidad del hombre contemporáneo. Un caso excepcional es el de Vasilis Vasilicós, uno de los más prolíficos y conocidos escritores griegos dentro y fuera de sus fronteras, autor de la novela Z que llevara al cine Costa-Gavras, del que se han publicado varias obras.

En el panorama más reciente, según el crítico Vanguelis Jatsivasilíu, el polimorfismo y la heterogeneidad definen hoy las letras griegas estableciendo varias direcciones en las que se mueve la novela actual: la novela político-social, la novela histórica, que está experimentando un auge extraordinario, el realismo mágico, combinado a veces con el expresionismo, la novela biográfica de artistas, el yo nacional y el ello racial, la alianza de la novela universitaria y gastronómica, las parodias de la vida cotidiana y la innovadora reactivación de los géneros más tradicionales como la novela policiaca, las historias de suspense o la novela de ciencia-ficción.

La novela social está experimen

tando un auge espectacular con las obras de autores como Alexis Pansélinos, Menis Kumandareas, Zanasis Valtinós, Dimitris Nolas o Amanda Mijalopulu. En la novela histórica destacan escritores como Rhea Galanaki, con El siglo de los laberintos; Maro Duka, con Culpables e inocentes; Takis Ceodorópulos, que en La novela de Jenofonte pretende crear una relación irónica con la Historia para insinuar que todo es cuestión de invención narrativa; Pródromos Márkoglu, quien también entabla una singular relación con la Historia en su colección de relatos Escapó al destino; Zomás Skasis, que en Reloj de sombra presenta la Historia como portadora de los lazos indisolubles entre el individuo y la colectividad. La novela biográfica centrada en el mundo artístico, de reciente aparición en Grecia, se inclina hacia aspectos intimistas a los del patrón establecido, destacando Michel Fais, con La miel y las cenizas de Dios e Insomnio griego. El yo nacional y el otro racial determinan un nuevo parámetro de la prosa griega moderna cuyo maestro es Sotiris Dimitríu y su narración Se lo dice Dios. Universidad, gastronomía y comedia es todavía una conquista novedosa para la literatura griega que están empezando a cultivar algunas voces jóvenes. Las novelas-parodia de la vida cotidiana tienen en Pavlos Mátesis a uno de sus representantes en Conductor tenebroso y Mirtos, a Ersi Sotiropulu en Domesticando a la fiera, donde crea situaciones explosivas a través de la comedia y la farsa. Respecto a la renovación de los géneros tradicionales podríamos decir que Petros Márkaris, en Suicidio perfecto, o en Atenas, capital de los Balcanes, disfraza sus obras de novela policiaca para servir a un objetivo político. Ávgustos Cortó regresa a la historia de misterio con su libro Las nereidas de Man y Vanguelis Jatsiyanidis narra en Las cuatro paredes (publicada en España por Tropismos) y El invitado sus aventuras de suspense en un tono distanciado cuya trama, al contrario que las tradicionales historias de misterio, queda abierta hasta el final. Nicos Panayotópulos, en cambio, en su novela humorística El gen de la duda, usa el género de la ciencia-ficción sólo como pretexto para hablar de problemas de la sociedad actual.

En fin, si a la literatura griega no se le ha otorgado hasta ahora la importancia debida, no se debe, pues, a su falta de méritos, sino al hecho de provenir de un país pequeño y de una lengua minoritaria, con la dificultad que esto supone para hacerse un hueco en el macrocircuito comercial.

Natividad Gálvez ha sido directora del Instituto Cervantes de Atenas de 2001 a 2004 y ha coordinado Antología del cuento griego (Alfaguara).

Lena Divani (izquierda), autora de 'Las mujeres de su vida' (Alfaguara), y Andonis Samarakis, autor de 'El fallo' (Seix Barral).
Lena Divani (izquierda), autora de 'Las mujeres de su vida' (Alfaguara), y Andonis Samarakis, autor de 'El fallo' (Seix Barral).
Rhea Galanaki es autora de 'Helena o Nadie' (Metáfora).
Rhea Galanaki es autora de 'Helena o Nadie' (Metáfora).

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