Los tres etarras detenidos en Francia iban a trasladarse a una casa junto a Toulouse
Los tres etarras detenidos el pasado lunes en Francia tenían ya todo dispuesto para abandonar el próximo fin de semana la vivienda desde la que Harriet Aguirre, jefe de los comandos de ETA, había transmitido las órdenes para los últimos atentados perpetrados por la banda.
La policía ha encontrado en la casa donde se escondían los terroristas, situada en la calle de Mont Mouchet, en Asparjon-sur-Cere, una pedanía de la localidad francesa de Aurillac, el contrato de alquiler de otra vivienda en Lempaut, una pequeña villa rural en mitad del triángulo formado por Albi, Toulouse y Carcasona. Ya habían pagado la fianza y el primer mes de renta y tenían como fecha de entrada el martes que viene.
Aguirre, lugarteniente de Garikoitz Aspiazu, Txeroki o Arrano, jefe militar de la organización terrorista, vivía en Aurillac desde el pasado mes de septiembre, si bien la casa había sido alquilada en marzo con un nombre falso. La vivienda, donde han sido registradas varias idas y venidas de los terroristas, fue marcada por la policía hace algo menos de un mes y estaba siendo sometida a vigilancia desde entonces.
Los dos moradores, el citado Aguirre y su mano derecha, Idoia Mendizabal, apenas se relacionaban con otros vecinos de la localidad y pasaban el día en la casa, que dispone de jardín. De hecho, la policía cree que cambiaban de domicilio cada mes o cada dos meses por motivos de seguridad. La actual morada ya la consideraban quemada.
La vivienda fue sometida a vigilancia por las fuerzas de seguridad con la esperanza de que pudiera aparecer por ella Txeroki. Sin embargo, el último en visitar la casa fue Alberto Garmendia Lacunza, que también fue el último de los tres detenidos en ser identificado.
Por otro lado, el dirigente etarra José Lorenzo Lasa Mitxelena, Txikierdi, fue condenado ayer a 21 años y ocho meses de prisión por haber ordenado en el último trimestre de 1983 la realización de un atentado con explosivos contra las instalaciones del Ejército del Aire en las Bardenas Reales (Navarra), aprovechando que el terrorista Miguel Ángel Gil Cervera estaba haciendo la mili en dicho polígono. En el atentado resultaron heridos cuatro militares.
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