La teatralidad existencial
Una veintena de pinturas de Bernard Buffet muestra sus trazos precisos y figuras sobrias de los años 40 y 50
Bernard Buffet (París, 1928-Tourtour, 1999) pintó figuras angulosas, de trazos precisos, paisajes sin concesiones a la fantasía y bodegones sobrios, con colores suaves. En su obra plasmó el momento histórico que vivió, recordaba ayer Martine Soria, la comisaria de la exposición que ayer se inauguró en la sala BBK de Bilbao (Gran Vía, 32). Es una "pintura instintiva", apuntó Soria, que refleja en la precisión del dibujo y la desnudez de las composiciones las heridas de la posguerra en la Francia de los años 50, el ambiente del París existencialista en el que vivió y el desconcierto de la sociedad que le rodeaba. Es una muestra, añadió la comisaria, de "la teatralidad existencial".
La veintena de obras que componen la muestra, abierta al público hasta el próximo 16 de noviembre, procede de la colección de Maurice Garnier, el galerista de la Avenida Matignon de París que sigue siendo su representante en exclusiva después de una larga relación en vida. Son obras realizadas desde finales de los años 40 a 1959. Buffet, el impulsor del expresionismo francés, cargó estas obras de emociones, con colores desvaídos, cuerpos alargados y rostros ascéticos, en temas que reflejaban su cotidianidad, con cierta predilección a lo largo de toda su vida por los asuntos trágicos, destacó la comisaria.
Buffet recibió una educación católica y el poso de la religión llegó a su obra. En 1954, realizó 21 grabados sobre la pasión de Cristo y siete años más tarde pintó una serie de lienzos sobre la vida de Jesús que regaló al Museo del Vaticano. La obra conectada con sus creencias religiosas está representada en la exposición con una imagen de la crucifixión y una Piedad en las que las figuras femeninas visten ropas del siglo XX.
El recorrido cronológico finaliza con un desnudo femenino, el retrato de su esposa Annabel, su compañera durante 40 años, pintado en 1959. La aparición de Annabel, modelo de profesión que se movía en el círculo de la cantante Juliette Greco, cambió su vida. El color fue ganando terreno en su obra, que abandonó la pesadumbre anterior.
Buffett fue un pintor precoz que ingresó en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París con sólo 15 años y, desde entonces, un trabajador incansable, que a su muerte dejó una producción de más de 8.000 obras, entre pinturas y grabados. Su figura cuenta con gran reconocimiento en Francia -una encuesta realizada en 1992 por una revista especializada reveló que el público francés prefería a Buffet antes que a figuras de la historia del arte como Vermeer o Warhol- y su obra está incluida en importantes colecciones, pero en ningún país su presencia es tan masiva como en Japón. Un museo dedicado a su figura, con cerca de mil obras, abre al público en Surugadaira, cerca de Tokio, desde 1973.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.