El 'cacao' del Athletic

"¿Y por qué no puede acabar así la Liga?", declaró el presidente, Fernando Lamikiz, fiel a su estilo, cuando su Athletic fue líder dos semanas tras su victoria (3-0) contra la Real Sociedad en la jornada inaugural y con un parón liguero por la selección de por medio. Hoy es distinto. Cinco partidos después, el Athletic está en puestos de descenso, no ha vuelto a ganar, protagoniza su peor inicio desde hace diez años, transmite señales negativas en lo deportivo y en lo económico y su dirigente ha cambiado el discurso. "Este equipo irá para arriba", afirmó en Villarreal tras anudarse repetidamente la corbata a medida que caían los goles (3) en su portería.

El Athletic, más que un caos, es un cacao. La llegada como entrenador de José Luis Mendilibar, del Eibar, coincidió con la salida inevitable de Ezquerro (al Barcelona) y de Del Horno (al Chelsea). La banda izquierda quedó arrasada, pero sobre todo cundió el desánimo sobre su principal potencial: la capacidad ofensiva, frente a la debilidad defensiva. Del Horno salvó la asamblea económica de Lamikiz, pero Mendilibar perdió la suya. Hoy el Athletic es un equipo más débil en la defensa y menos agresivo en el ataque.

Y un mar de dudas. El técnico ha adelantado la defensa y le ha costado goles a la espalda; no se han arreglado sus problemas a balón parado (Robinho marcó un gol de cabeza en el Bernabéu en el primer palo) y la inseguridad ha afectado al colectivo por los cambios de posiciones.

El Athletic es un mar de dudas. El técnico insiste en el desgaste, la presión, el trabajo..., y Yeste le contesta que el fútbol también es "pausa para crear jugadas". Y el técnico dice que Yeste es listo y piensa como él. Pero luego insiste en viejos errores. Cada entrenador que ha tenido a Yeste en la plantilla ha creído que podía hacer de él un extremo izquierdo. Y todos han fracasado. Nadie juega bien donde no quiere y Yeste quiere jugar de medio punta, con el balón, con libertad. Mendilibar también ha caído en el error y el equipo lo padece.

Puestos a buscar, Iraola (el producto más solvente de la cantera) ha purgado banquillo en beneficio de Expósito (un chico de gran actitud y poco recorrido); Gurpegui, menos de delantero centro, ha jugado en todos los puestos del eje central (hoy defensa, hoy medio centro, hoy medio punta); Ibon Gutiérrez, el último descubrimiento, no sabe a qué atenerse, entre el banquillo y el centro del campo, y Etxeberria se ha convertido en el apagafuegos de la delantera (a la izquierda, a la derecha, al centro).

El Athletic no sabe a qué juega. Sumido en mensajes contradictorios, ha convertido un calendario asequible (sólo ha jugado, entre los grandes, con el Madrid) en un vía crucis inesperado. Todo ha cambiado en un mes y, si nada cambia, se antoja un octubre complejo con el Sevilla in mente y la Copa del Rey, (la ambición del presidente) a partido único en Irún frente al Real Unión.