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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

'Apagón' político en la Casa Blanca

Bush intenta recuperar su imagen tras el paso del Katrina y el callejón sin salida de Irak

La Casa Blanca, que atraviesa la peor situación desde la llegada de George W. Bush al poder, debe forjar una estrategia de contraataque para salir del agujero. Esa estrategia obliga a reorganizar las prioridades políticas para concentrarse en los tres frentes más complicados: dirigir la reconstrucción de Nueva Orleans, hacerlo sin emborracharse más aún de gasto público descontrolado e intentando que bajen los precios de la gasolina y abrir una perspectiva realista en Irak. Pero Bush aborda el triple esfuerzo tocado en sus activos más importantes: la credibilidad y la fortaleza en el liderazgo.

Aunque las señales de alarma son evidentes, es inquietante para los republicanos que los semanarios Time y Newsweek coincidan en definir la situación como "Apagón". "Tan alicaídos están los republicanos que algunos empiezan a preocuparse por la posibilidad de perder el control de la Cámara de Representantes, lo que parecía remoto", dice Time, y cita al congresista Tom Cole: "Estamos mirando en la bola de cristal; entramos en una fase en la que no sabemos qué va a pasar". Según Newsweek, "el apagón de los republicanos es real".

"Bush es más inteligente de lo que los tertulianos creen y sabrá salir de la crisis"

El tan mentado capital político que el presidente reivindicó al ganar las elecciones está casi despilfarrado; de sus planes para privatizar las pensiones, controlar el déficit y organizar la inmigración ya ni se habla. La gasolina cara irrita a los estadounidenses; y la "estrategia de victoria" en Irak es una pura frase que soporta a diario el desafío de la realidad.

La reorganización de prioridades es difícil. Reconstruir Nueva Orleans "cueste lo que cueste", sumado a un gasto público que parece demócrata en lugar de republicano, abre las carnes de los conservadores tradicionales y permite a los demócratas como Nancy Pelosi, líder de la minoría, ondear la bandera de la responsabilidad fiscal. Contribuyentes por el Sentido Común, un grupo conservador, exige "detener la explosión del gasto". Para Brendan Miniter, de The Wall Street Journal, "la gente no está contenta con la idea de tirar la casa por la ventana y de que se gasten miles de millones con poco o ningún control".

Tampoco Irak va a mejorar sólo porque Bush lo repita. El ritmo de los atentados no decae y los planes de retirada son pura especulación, como reconoció en el Congreso el general Casey, que reveló que ya no hay tres batallones iraquíes capaces de luchar sin apoyo, sino uno (algo "irrelevante" para el incurable secretario de Defensa, Donald Rumsfeld). El problema no es tanto las bajas -soportables aún, con casi 2.000 soldados muertos y 15.000 heridos- como la ausencia de perspectiva clara. "Derrotar a los terroristas e Irak exigirá más tiempo y más sacrificio", reconoció Bush el sábado; pero la credibilidad está hecha trizas. Según Gallup, el 67% critica la manera en la que se dirige la guerra.

Además, sobre el núcleo duro de la Casa Blanca pende la investigación de la filtración que destapó a una agente de la CIA: tanto el cerebro político de Bush, Karl Rove, como el jefe de gabinete de Cheney, Scooter Libby, están implicados, y dependen de que el fiscal del caso tenga elementos para entrar a matar. Y el partido sufre el procesamiento de Tom DeLay, líder de la mayoría en la Cámara, y la sospecha de abuso de información privilegiada en una venta de acciones de Bill Frist, líder de la mayoría en el Senado, y otros escándalos.

En palabras del analista Larry Sabato, "para Bush las cosas van a complicarse aún más, y eso que su segundo mandato acaba de empezar". Pero otros, como Lawrence Kudrow, aseguran que "Bush es más inteligente de lo que los tertulianos creen" y que sabrá salir de la crisis, o coinciden en que los demócratas no tienen alternativas claras. Y no todo es de color negro para la Casa Blanca: además de la confirmación de John Roberts como presidente del Supremo, parece que el presidente ha tocado suelo y empieza a rebotar. En el último sondeo de Newsweek su respaldo sube dos puntos, hasta el 40%. En Gallup, Bush pasa del 40% al 45%, una cifra que coincide con una tercera encuesta, de Fox. ¿Es porque era imposible caer más? ¿Se debe a que las medidas tomadas ante el huracán Rita han suavizado el desastre de reacción del Katrina? ¿O a que la familia republicana empieza a cerrar filas?

Probablemente por todo ello. No es fácil hundirse más allá del 38%; los siete viajes de Bush a las zonas de los huracanes han dado fruto; el presidente tiene margen de maniobra si elige bien la segunda vacante en el Supremo y si el referéndum en Irak no es un desastre; y los republicanos, aunque mantengan diferencias sobre la guerra, la economía y el gasto público, saben que dentro de 13 meses hay legislativas y que lo último que deben hacer es facilitar la tarea a los demócratas, en plena ofensiva para tratar de recuperar un Congreso que perdieron en 1994 después de controlarlo durante 40 años.

George W. Bush y su esposa, Laura, llegan ayer a la Casa Blanca tras un fin de semana en Camp David.
George W. Bush y su esposa, Laura, llegan ayer a la Casa Blanca tras un fin de semana en Camp David.

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