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Entrevista:JOSEPH STIGLITZ | Premio Nobel de Economía

"El ciudadano medio de Estados Unidos se ha empobrecido"

Joseph E. Stiglitz acaso sea una de las voces más autorizadas para criticar los excesos del pensamiento económico neoliberal y los fallos de las instituciones que lo promueven. No en vano, conoce como nadie su funcionamiento. Tras haber desarrollado su carrera académica en el Massachusetts Institute of Technology y las universidades de Yale y Stanford, Stiglitz, de 62 años, fue asesor del ex presidente Bill Clinton en 1993. En 1997 fue nombrado economista jefe del Banco Mundial. Sus abiertas críticas lo convirtieron en una incómoda presencia en el organismo multilateral y en 2000 abandonó su puesto para volver al ejercicio docente y la investigación en la Universidad de Columbia. En 2001 le fue concedido el premio Nobel de Economía. Esta semana estuvo en A Coruña para participar en el 7º Congreso Nacional de Economía.

"La esperanza de vida de un varón negro de 25 años es similar en Nueva York y Bangladesh"

Pregunta. Usted sostiene que el marco institucional del euro es erróneamente rígido. ¿Debería desaparecer el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) y el Banco Central Europeo abandonar su objetivo de inflación? ¿Las reglas económicas sirven para apoyar la construcción política?

Respuesta. Lo cierto es que un marco macroeconómico muy rígido ha generado altos niveles de paro y eso ha minado la confianza en el proyecto político en países como Francia. Pero a largo plazo la agenda económica en sentido amplio seguirá adelante. Soy más optimista que mucha gente que cree que el rechazo a la Constitución fue un desastre. Pero el PEC ya se está quebrantando. Se ha introducido una modificación, pero ello no está impidiendo que los países lo incumplan. Tiene que haber responsabilidad fiscal, pero eso no significa que sea necesaria año tras año, sino durante un periodo amplio.

P. Se podría afirmar que sin ese marco macroeconómico no habría nacido la zona euro.

R. El problema es que hubiera sido razonable pero ató las manos de Europa al centrarse en los problemas de un periodo concreto. En la actualidad, el problema no es de inflación, sino de paro y crecimiento.

P. La tragedia del Katrina ha revelado el Tercer Mundo que existe dentro de Estados Unidos. ¿Qué dice ello de su modelo económico?

R. El mero crecimiento del PIB no es una buena medida del estado de una economía. La cuestión es lo que le pasa al ciudadano medio. Si bien el PIB ha venido creciendo en los últimos años, el ciudadano medio de Estados Unidos se ha empobrecido. La renta familiar ha caído 1.400 dólares en los cuatro primeros años de la Administración de Bush. Además, el porcentaje de población sin seguro médico ha aumentado. EE UU tiene la mayor proporción de presos de ningún país y, si se incluyeran en la tasa de paro, ésta sería más alta, pero no se incluyen porque no tienen la opción de buscar trabajo. Cuando estaba en Washington ya hablaba de que la esperanza de vida de un varón negro de entre 25 y 30 años en Washington y Nueva York era similar a la de un país pobre como Bangladesh. Se sabía que había problemas, pero la opinión pública no se había llegado a concienciar. De repente, la gente lo vio en la televisión. Ya no eran estadísticas de esperanza de vida, sino caras de personas. Igual que sucede en países menos desarrollados, donde los gobiernos están controlados por élites insensibles a las preocupaciones de los pobres, eso está sucediendo en EE UU desgraciadamente. En parte se debe a fallos en nuestro sistema político, que lo corrompen. No es que se compre a los políticos, como sucede en muchos países, pero se hacen donaciones a las campañas y cuando se hace una inversión en un partido político, se espera una recompensa... ¡y la han conseguido!

P. La utilidad del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial está en el punto de mira. ¿Cómo debería plantearse su razón de ser hoy en día?

R. La cuestión no es si tienen razón de ser, porque en un periodo de globalización en el que hay cada vez más integración económica se hace más necesaria la acción colectiva. Hay más necesidad de instituciones internacionales. El problema es el juego político. Durante la Guerra Fría, Europa y EE UU tenían un objetivo bien definido. Las instituciones hablaban de desarrollo, pero detrás de ello había un objetivo político. Ahora, sobre todo desde 2001, está muy claro que la Administración de Bush no cree en la democracia a escala global, en las instituciones. Su política es el unilateralismo y el unilateralismo no es coherente con la democracia. Quieren poder de veto.

P. ¿Qué margen tiene el director gerente del FMI, Rodrigo Rato, para impulsar un cambio?

R. Tiene una dificultad y es que EE UU es el único país que tiene poder de veto sobre cualquier cosa importante en el FMI. Toda gran reforma que suponga una democratización interna probablemente será vetada. Pero hay un margen amplio para la reforma informal, por ejemplo, mediante la creación de un comité que estudie el desempleo. Pero el problema no es sólo EE UU, sino la burocracia interna, que es muy poderosa. Mientras el director gerente cambia, la burocracia permanece y muy probablemente se resistirá a cualquier cambio.

P. ¿Cree que el FMI debería reconocer sus fallos sobre la imposición de las políticas del Consenso de Washington en los últimos años en algunos países para recuperar su credibilidad?

R. Creo que sí, pero debería ir más allá de reconocer el error y analizar por qué se cometió ese error. ¿Fue porque se creyó que una talla única valía para todos? ¿O porque se tenía una talla en particular, el Consenso de Washington, que no valía para nadie? Una de mis críticas ha sido que muchos modelos parten de la premisa de que la información y los mercados son perfectos, que son malas presunciones para cualquier país, pero son mucho peores en países en desarrollo.

Joseph E. Stiglitz, durante una visita reciente a España.
Joseph E. Stiglitz, durante una visita reciente a España.

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