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Crónica:FÚTBOL | Sexta jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Getafe se acuesta líder

Los de Schuster ganan en el último minuto al Valencia en un encuentro que fue apagándose según pasaban los minutos

Ni el Valencia ni el Getafe, que es el líder de Primera División, son equipos alegres. No dan risa, desde luego. Tampoco pena, claro. Tienen buenos jugadores. Sobre todo, el Valencia. Y pocas ideas, pero fijas. Los dos equipos comenzaron iluminados, pero conforme avanzaban los minutos un agujero negro absorbió la luz: eclipse total de fútbol. La pelota no duraba mucho en los pies de nadie. Cambiaba de bando, traicionera, antes de que dos jugadores del mismo equipo hubiesen combinado. Y así, sucesivamente, empeorando según se acercaba el final. Como si todas las buenas ideas hubiesen abandonado el Coliseum, dejando 22 cabezas vacías sobre el césped. Dos docenas de cabezas, contando a las de los entrenadores, que acabaron crispadas entre sí y con el árbitro tras anulársele un gol al Valencia y, poco después, tras ser expulsado Villa.

GETAFE 2 VALENCIA 1

Getafe: L. García; Pulido, Belenguer, Matellán, Pernía; Contra, Rivas, Celestini (Redondo, m. 70, Riki; Güiza (Pachón, m. 85) y Paunovic.

Valencia: Cañizares; Caneira, Ayala, Marchena, Moretti; Rufete (Angulo, m. 36), Albiol, Baraja, Vicente; Aimar (Mista, M. 74) y Villa.

Goles: 0-1. M. 29. Villa, de cabeza y en plancha, tras un pase desde la izquierda de Vicente. 1-1. M. 42. Pernía dispara al palo en saque de falta y Riki, tras controlar el rechace con el pecho, marca entre dos defensas. 2-1. M. 90. Riki centra largo y Redondo marca.

Árbitro: Pérez Lima. Amonestó a Pulido, Moretti, Angulo, Caneira y Marchena. Expulsó a Villa por roja directa (m. 90).

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Sólo escaparon de quedar velados los goles. Dos en el primer tiempo, y un tercero, en medio de la ceguera colectiva y casi al final, que dio el triunfo y el liderato del campeonato de Primera al Getafe. Digamos, generosamente, que fue un encuentro de "detalles".

Vicente dice que le duele el tobillo, que le dan miedo los defensas, que a veces siente que sus huesos son frágiles y se van a astillar. Antes de la media hora de partido, Vicente, el inseguro Vicente, fabricó un gol en blanco y negro. El extremo llegó a la línea de fondo y centró al área. Villa amagó el desmarque y se lanzó en plancha contra la pelota. Se supone que ya nadie juega con extremos, dicen. Se supone que ya no hay delanteros centro de los que se enroscan una banda de tela en la cabeza y se atrincheran en el área vestidos de camuflaje entre los centrales. Falsas suposiciones. El Valencia tiene, al menos, un extremo, Vicente; y, al menos, un nueve puro, Villa.

Aimar no tiene cuerpo. Pero tiene cabeza y habilidad. Las mejores cosas que hace el Valencia suelen provenir del mediapunta. Incluidas las de Vicente y Villa, a quienes el argentino siempre mantiene en un lugar privilegiado de su espejo. En contraposición, la desaparición de Aimar suele coincidir con el fin de su equipo. El argentino dejó el campo a falta de un cuarto de hora para su conclusión. Entró Mista, que desaprovechó una oportunidad a puerta vacía. Pero el eclipse, conforme pasaban los minutos, no sólo oscurecía a Aimar, sino a los 22 jugadores que estaban en el césped y difuminaba las formas de la pelota.

"Pernía selección", se corea con mucha convicción en las gradas del Coliseum. No parece una petición insensata. El zurdo argentino, pero con pasaporte español, conoce los rudimentos del oficio de lateral izquierdo tan bien como cualquier otro de los de su especie. Sin embargo, dispara con mucha más fuerza y más precisión que el común de sus congéneres. En una de esas oportunidades en las que Pernía prueba puntería, el Getafe empató. Riki, en lugar de observar atónito cómo el balón se estrellaba en el poste -cosa que sí hicieron los defensas del equipo valenciano-, recogió el rechace y apuntó entre los dos bultos que trataban de tapar la portería. Por cierto, ninguno de esos bultos, dos para ser precisos, era Cañizares, el portero del Valencia. Riki también fue el protagonista del tanto de la victoria del conjunto de Schuster. Una cabalgada sobre la esperanza concluyó con un pase extraño que cazó Redondo, ante la pasividad defensiva del Valencia, en el área pequeña.

El Getafe, en vista de que era el local y de que el Valencia le dio el balón, llevó el peso del encuentro en el segundo tiempo. El equipo de Sánchez Flores, ex del Getafe, prefirió fiarse del un centro del campo pesado -bien hasta el apagón general Baraja, bien Albiol-, la lucidez de Aimar, la velocidad de Vicente y la inteligencia de Villa. Al Getafe, pues, le tocaba jugar. Le correspondía abrir una defensa bien colocada. Le tocaba todo eso, pero no lo conseguía.

De todos modos, ni el Valencia conseguía que los contraataques fueran vertiginosos ejercicios de velocidad vertical, ni el Getafe recordar al Barça de Johann Cruyff. De hecho, el choque cada vez era más plomo. Sólo algunas ocasiones aisladas, como una excelente de Paunovic en el minuto 56 que se fue fuera, rompían la rocosa monotonía.

El partido concluyó con un cierto lío entre los jugadores, los entrenadores y el árbitro a causa de un gol anulado al Valencia poco antes de que Redondo marcase el de la victoria del Getafe. El colegiado apreció falta en el tanto de Villa, a cuatro minutos de la conclusión y mientras los jugadores del equipo levantino aún rumiaban la amargura, en medio del despiste, recibieron el tanto de Redondo.

Los futbolistas del equipo madrileño se fueron al vestuario satisfechos: su presidente, Ángel Torres, repartirá 12.000 euros a cada uno al haber alcanzado 14 puntos. Una cifra que sitúa al equipo madrileño en lo alto de la tabla. Al menos, hasta hoy.

Riki celebra su primer gol.
Riki celebra su primer gol.ULY MARTÍN

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