Un puente y un bosque a orillas del Eume
Playas, historia y naturaleza para descubrir Pontedeume, en A Coruña
Pontedeume, como su propio nombre indica, es un puente sobre el río Eume, antaño salmonero y hoy sólo truchero. Fueron los Andrade, señores de horca y cuchillo, es decir, señores feudales, los que construyeron el primer puente, una simple empalizada allá por el siglo XII. Del cobro del peaje salió el dinero para reemplazarlo por uno de cantería, que tenía 78 arcos y duró hasta el siglo XIX. El construido entre 1864 y 1870, que todavía sigue en uso, tiene 15 arcos. Donde el puente desemboca en la entrada de la ciudad antigua, dos viejas esculturas de piedra, un oso y un jabalí de perfiles ya borrosos por el paso del tiempo, recuerdan el linaje de su primer constructor: Fernán Pérez de Andrade, enterrado en la bella iglesia de San Francisco de la vecina localidad de Betanzos.
A tiro de piedra del puente se alza el torreón de los Andrade, del siglo XIV, hoy convertido en atracción turística. A sus pies se extiende la plaza de abastos y un bello parque. Cada sábado sigue celebrándose el mercado, al que los paisanos llaman "el feirón" y al que vienen desde todas las parroquias rurales del municipio, que son muchas y ricas. Estamos en tierra de buenas frutas (es famosa, del 7 al 11 de septiembre, la fiesta de las peras), de quesos artesanos tipo tetilla y, cómo no, de pescados y mariscos. A la feria también acuden las acreditadas pulpeiras, que cocinan magistralmente en perolas de cobre una de las criaturas totémicas de la Galicia de siempre.
El puerto pesquero, que celebra en julio la fiesta de la Virgen del Carmen con una procesión de lanchas por la ría, también se encuentra cerca de la torre, y hace poco se han rehabilitado los almacenes de los pescadores, sin ceder su privilegiado lugar a la especulación urbanística. Siguiendo el curso del río por su orilla izquierda, la del pueblo, se abren dos kilómetros de bello paseo fluvial, apto para caminantes de todas las edades.
1 Playas y paisajes
Al otro lado del puente, en la orilla derecha del Eume, que aquí se rinde al agua salada formando la bella ría de Ares, está la playa de Cabanas. Junto a ella se sitúa un extenso y bellísimo pinar de pinos piñoneros casi centenarios, donde resulta delicioso sestear o comer en familia. Un espacio público maravilloso salvado de la especulación. Desde la playa se puede continuar la excursión hasta Ares, a unos seis kilómetros, también con bellos arenales. Antes es obligatorio pararse en el puerto pesquero de Redes. Todo el pueblito está colgado sobre el mar, al abrigo del viento norte, sobre una hermosa bahía que tiene algo de puerto de juguete, con las barcas de colores balanceándose sobre el mar.
Al fondo, en la otra orilla se ve Centroña, que dedicó un mirador al filósofo y periodista de EL PAÍS Carlos Gurméndez, que en vida fue veraneante asiduo en la zona. Visto desde el otro lado, Pontedeume da la impresión de un conjunto de cubos apiñados en la base del monte Bréamo, como si de un pequeño Santiago de Compostela se tratara. Destaca la torre de la iglesia de Santiago, gótica flamígera del siglo XVI, reformada en el XVIII. En lontananza, mirando al este, sobre lo más alto de Peña Leboreiro, se alza la torre del homenaje de un castillo. El lugar tiene una vista privilegiada y desde él se observan el caserío de Pontedeume y el puente antiguo, el de la nueva autovía y el del ferrocarril como tres adornos humanos a la desembocadura del río.
2 Paseo por el centro histórico
El barrio antiguo de Pontedeume tiene bellas calles -Real, de Santiago, de Ferreiros, de la Pescadería-, algunas con soportales, como en la de Compostela; plazas recoletas, como la del Concello, donde se concentran las terrazas veraniegas, y otras grandes, como la de de San Agostiño, que toma el nombre del convento, convertido hoy en casa de cultura. Hay que visitar la iglesia de Santiago y la de las Virtudes, del siglo XI, reformada en el XVII, al igual que el palacio de Raxoy, que fue arzobispo compostelano y construyó esta mansión en el siglo XVIII. Sin embargo, una de las joyas arquitectónicas de Pontedeume está fuera del casco urbano, monte Bréamo arriba. Se trata de la iglesia románica de San Miguel de Bréamo, del siglo XII y maravillosamente conservada. En sus proximidades se celebran dos romerías anuales, el 8 de mayo y el 29 de septiembre, donde los romeros degustan, entre otros manjares contundentes, la famosa costrada, una empanada de varios pisos en los que se distribuyen carnes, verduras y pescados. Cerca de Pontedeume hay otras dos iglesias del siglo XII: la de San Martiño, en la parroquia de Andrade, y la de Santa María de Doroña, en el vecino municipio de Vilarmaior.
3 San Xoán de Caaveiro y las 'fragas' del Eume
Otra sorpresa de Pontedeume se encuentra remontando el Eume. A unos cuatro kilómetros, y tras pasar la aldea de Ombre, famosa por sus frutales, se entra en un paisaje de ensueño. El río va dejando de ser salado, de ser ría, y se convierte en un bellísimo río de montaña, poblado de truchas tanto de agua dulce como de agua salada. Estas últimas, llamadas también truchas marinas o reos, nacen en el río, pero bajan luego hasta el mar, tras cambiar su librea de oro por otra de plata en la desembocadura, para alimentarse mejor y crecer más rápidamente. Fuertes y lustrosas como torpedos de plata vuelven finalmente al río donde nacieron para reproducirse. Aquí se sitúa uno de los mejores cotos de pesca de reos de Galicia.
Si el río es aquí bello, el bosque -fraga, en gallego- que lo rodea es majestuoso. Aunque el invasor eucalipto se ha impuesto en las cumbres, las orillas del Eume conservan el bosque autóctono: robles, avellanos, alisos, castaños, sauces y abedules. Es como un trozo de un cuento de hadas, que ha sobrevivido gracias a que las fuertes pendientes han impedido comercializar la madera que crece aquí.
El coche se deja en el aparcamiento de la entrada del bosque para seguir el camino a pie. La sensación de frescor en verano es muy placentera. De las laderas bajan, entre helechos, algunos pequeños arroyos que buscan el río despeñándose en cascadas. Hay varias rutas senderistas muy recomendables. Una fácil, la más popular, sigue una desviación a la izquierda, donde un puente cruza el río, y, tras una ascensión de menos de un kilómetro, se llega a uno de los hitos del corazón del bosque. Por fin, tras siglos de desidia, están restaurándolo. Se trata del monasterio de San Xoán (San Juan) de Caaveiro. Fue fundado en el siglo VIII, consolidado por los benedictinos en el XII y luego reformado en el siglo XVIII. En un paraje increíble, sobre un monte rodeado de árboles centenarios, se alza su bella estampa, una estampa romántica. Hasta que acaben de restaurarlo está prohibido el acceso, pero puede seguirse un camino a la derecha, que baja hasta el arroyo que flanquea el cerro donde se alza el monasterio. Los monjes explotaban un molino en este arroyo que, tras accionar la máquina, se despeñaba en una pequeña cascada. Merece la pena el paseo.
Otra excursión, ésta para ir en coche, lleva al vecino monasterio de Monfero, fundado en el siglo XII y llamado por sus grandes dimensiones "el Escorial de Galicia". Tiene un claustro románico, cuatro sepulcros de otros tantos Andrade, otro claustro renacentista del siglo XVI y el impresionante templo del siglo XVII, mezcla de barroco y neoclásico con decoración geométrica.
GUÍA PRÁCTICA
Dormir.- Hotel Eumesa (981 43 09 25). Avenida da Coruña, s/n. Pontedeume. Habitación doble, 57,87 euros.- Hotel Hesperia (981 33 02 26). Castela, 75. Ferrol. 64,20 euros.- Parador de Ferrol (981 35 67 20). Almirante Fernández Martín, s/n. Ferrol. La doble, 129 euros más IVA.Comer- Brasilia (981 43 02 49). Avenida de A Coruña, 8. Pontedeume. Un clásico del buen pescado y marisco. Unos 30.- Los Molinos (981 43 09 16). San Cibrao, 166. Pontedeume. 30 euros.- Compostela (981 43 01 61). Real, 19. Pontedeume. Una de las tabernas más famosas. Unos 15 euros.- Pulpería Os Cen Pasos. Avenida de Villanueva, 22. Pontedeume. Muchas tapas y raciones originales, como las zamburiñas (pequeñas vieiras) al horno. Alrededor de 20 euros.
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