Incunables a la carta
La Biblioteca Británica expone en Internet algunas de sus mayores joyas
La Biblioteca Británica, a través de la electrónica, ha salvado las limitaciones de las exposiciones de incunables y manuscritos. Un programa informático creado por la propia institución permite a los visitantes de su sitio en Internet pasar virtualmente las páginas de algunas de las joyas de su colección, a la vez que conocer detalles de las mismas como si de una exposición privada se tratara. Los libros son verdaderas rarezas sobre las cuales, por razones de conservación, nadie puede poner un dedo. Ya no hace falta. Ahora se puede poner sobre ellos el ratón.
Desde la web www.bl.uk/onlinegallery/ttp/ttpbooks.html se accede a los 14 títulos que, por ahora, gozan de este tipo de reproducción. Al pinchar sobre uno de ellos aparece la imagen fotográfica de la portada y una presentación de la obra. Tras la tapa, haciendo con el ratón del ordenador el mismo gesto que si utilizara el dedo índice, el visitante puede literalmente pasar páginas hasta hoy ocultas, presas de su propio valor. La calidad fotográfica permite casi intuir la textura del papel.
Haciendo con el ratón el mismo gesto que con el dedo índice, se pueden literalmente pasar las páginas
"La idea es hacer los fondos de la biblioteca lo más accesibles posible", explica Rachel Savory, la coordinadora del proyecto, llamado Turning the pages (Pasando las páginas). "Cuando visitas la Biblioteca, éstos son libros que sólo puedes ver metidos en una vitrina, por lo que sólo ves dos páginas". El programa fue creado por la propia Biblioteca en 1998 para que sus visitantes pudieran admirarar algo más que esas dos páginas. El primero en ser digitalizado fue un libro medieval de misas, The Lindisfarne Gospels, de finales del siglo VII. Se trata del texto sacro en inglés más antiguo que se conserva.
Pero en aquel entonces el programa estaba en una pantalla colocada sobre un atril como parte de la exposición, por lo que sólo podían disfrutarlo los que visitaban físicamente la institución. En abril de este año el proyecto se trasladó a Internet. El éxito ha sido instantáneo. "El primer mes entraron 3.000 personas al día", afirma Savory. Han registrado consultas desde 120 países. Esta tecnología ha sido exportada también a la Biblioteca Nacional de Irlanda, que lo ha aplicado a seis manuscritos de James Joyce.
El jueves pasado fue presentado su último proyecto: Alicia en el país de las maravillas. "Uno de sus tesoros más queridos", según anuncia la web. No se trata de una edición del libro especialmente jugosa para coleccionistas. Se trata del manuscrito mismo, de puño y letra de Lewis Carroll, que el autor regaló a la niña que inspiró el relato en 1864. Aquel original se llamaba Las aventuras de Alicia bajo tierra y estaba escrito en un cuaderno con una pulcra caligrafía. El texto, cuajado de ilustraciones hechas por el autor, se puede leer también en escritura tipográfica, o escucharlo en la voz de la actriz Miriam Margoyles.
Entre las otras obras disponibles el lector se encontrará con un cuaderno de notas de Leonardo da Vinci, compilado hacia el final de su vida, que está escrito de derecha a izquierda, como tenía por costumbre. Un botón permite invertir el texto. Si alguien tiene problemas con el italiano del siglo XVI y las caóticas anotaciones por los márgenes, un pequeño desplegable ayuda a entender los proyectos descritos por Leonardo.
Otros tesoros que por primera vez se pueden saborear son el Atlas de Europa, de Mercator (1570), las asombrosas ilustraciones del estudio de anatomía De Humanis Corporis Fabrica, de Andreas Versalius (1543), o un suntuoso Corán copiado en El Cairo en 1304. Entre los próximos objetivos está digitalizar el Catálogo Temático de Mozart, una especie de diario, a la vez que catalogación de sus composiciones, que el músico escribió de su puño y letra hasta poco antes de su muerte.
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