Gordon Brown promete continuar las reformas de Blair
El responsable británico de Hacienda se presenta como heredero del primer ministro
El ministro británico de Hacienda, Gordon Brown, mostró ayer sus credenciales como heredero de Tony Blair prometiendo renovar el concepto del Nuevo Laborismo y reafirmando la necesidad de reforma de los servicios públicos. En su discurso en el congreso anual del Partido Laborista, Brown abordó cuestiones de política interior y exterior despejando el camino hacia un cambio ordenado de liderazgo en el Gobierno británico.
Los laboristas celebran esta semana en Brighton su primer congreso anual desde que Blair anunciara su decisión de ceder las riendas antes de las próximas elecciones generales. Faltan cuatro o cinco años, pero los síntomas de consenso interno sobre el futuro candidato comienzan a brotar. Durante el fin de semana, miembros del Gabinete británico, entre ellos ministros fieles a Blair como la responsable de Salud, Patricia Hewitt, han dado por descontado que el sucesor será Brown. Y, ayer, Brown tuvo una intervención ante los delegados a la altura de un primer ministro.
Contentó a los blairistas prometiendo continuidad en el programa de reformas para convertir Reino Unido en una "democracia de propietarios de viviendas, propietarios de acciones y propietarios de riqueza". "El único futuro para el Partido Laborista es como el partido de la reforma". Ésta pasa por la "renovación del nuevo laborismo" y el dominio del centro político durante años. "La renovación del nuevo laborismo será un reto tan profundo, una tarea tan rigurosa y un logro tan importante como lo fue su creación", señaló.
Hubo concesiones en su intervención para los líderes sindicales, que esperaban escuchar signos de un próximo viraje a la tradicional visión laborista. La agenda de un futuro Gobierno de Brown apuntará hacia el "consenso progresista", con oportunidades y obligaciones para todos, donde no se admitirá una "ideología divisoria entre ellos y nosotros".
Se esmeró en valorar la contribución de Blair al lograr por primera vez en la historia del laborismo tres victorias electorales consecutivas. "Blair se merece que le reconozcamos, no sólo por ganar tres elecciones, sino por liderar al Partido Laborista durante más de una década. Merece que reconozcamos su mérito por liderarnos durante años difíciles... por obligarnos como partido a planificar el futuro".
Los dos viejos rivales han firmado las paces y bien pueden haber acordado el ritmo del cambio. Con Blair en el banquillo presidencial del centro de convenciones de Brighton, su ministro de Hacienda invadió el terreno habitual de un primer ministro. En política interior, Brown desveló que recorrerá el país para escuchar al electorado.
En exterior, prometió acabar con los "escandalosos subsidios agrícolas", pasando por la reforma de la política agrícola europea, y situar a Reino Unido en una posición de ventaja para competir globalmente con las emergentes potencias económicas como China e India. Más importante quizá fue su referencia a la guerra de Irak, que puso en peligro el mandato del primer ministro. "En Afganistán, en Irak y en casa tendremos en todo momento la fuerza y resolución necesarias de forma que no habrá ningún escondite para los terroristas o para aquellos que financian el terrorismo", prometió Brown.
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