La derecha polaca quiere saldar cuentas con los comunistas
El partido ganador cree que los pactos de la transición política fueron un error
Los dos principales partidos de la derecha polaca, la gran triunfadora de las elecciones del domingo, acordaron ayer iniciar negociaciones para formar Gobierno. Pero el camino se presenta sinuoso, al menos hasta que concluya la campaña de las presidenciales del 9 de octubre, en las que compiten entre sí Ley y Justicia (PiS) y Plataforma Cívica (PO). El Gobierno lo dirigirá el PiS, la formación que quiere saldar cuentas con el pasado.
Al final, y en contra de los augurios de la mayoría de analistas, será el programa conservador del PiS, que quedó en cabeza con el 26,8% de los votos, y no el neoliberal del PO el que servirá de base de discusión, con lo que Polonia descarta implantar el tramo único de impuestos. La lucha contra el paro (17,8%, el peor de la UE) es el más importante reto que afronta el nuevo Gobierno, pero el partido vencedor prefiere suavizar las reformas estructurales para hacerlas menos dolorosas.
El PiS no sólo se distingue del PO por ser más conservador, proteccionista y nacionalista, sino también por su empeño en reabrir el debate sobre la transición y pasar cuentas con el pasado totalitario. A juicio del PiS, la transición pactada entre la cúpula del régimen anterior y la oposición democrática sería, con la perspectiva de los 16 años transcurridos, sólo un embeleco para perpetuar, en la sombra, el poder de los antiguos apparatchiks. "Para que el país progrese es imprescindible cambiar el Estado de arriba abajo y desmantelar las viejas estructuras que siguen operando", explica en la sede central del partido Michal Krupinski, uno de los coordinadores del programa electoral. El PiS ha elaborado un extenso programa de 140 páginas que, de aplicarse, supondrían un juicio a la transición.
Una de las medidas propuestas es la apertura total de archivos para seguir el rastro de los antiguos agentes de seguridad. Pero también el rastreo de privilegios -en forma de pensiones u otros beneficios- de ex altos cargos y funcionarios y la investigación de las grandes fortunas acumuladas durante las privatizaciones.
El revés del socialdemócrata SLD, que pasa del 41% al 11%, se atribuye en buena medida a la sucesión de escándalos que han vinculado supuestamente a altos cargos de esta formación, nacida sobre las ruinas del antiguo partido único, con los servicios secretos y empresas privatizadas. La caída del SLD ha sido quizá acogida con alivio por los polacos, que le han dado la espalda, pero no ha despertado grandes entusiasmos: los comicios registraron el índice de participación más bajo en unas generales (40,17%) y tienen un cierto aire de déja vu: desde 1991, año de las primeras legislativas, ningún partido victorioso ha colmado las expectativas creadas y, en consecuencia, ni un solo Gobierno ha logrado revalidarse en las urnas.
El resultado, escrutado el 90%, es parecido al que anunciaban los sondeos. El PiS (26,8% y 152 diputados) y el PO (24,3% y 133) suman la mayoría más sólida que la derecha ha reunido nunca en Polonia con 285 escaños de un total de 460, si bien no consiguen los dos tercios necesarios para reformar la Constitución. El SLD pasa a la oposición con el 11,3% y 56 escaños (tenía 216), pero peor le ha ido a sus múltiples escisiones, que se han quedado fuera de la Cámara.
El cerebro gris del PiS, Jaroslaw Kaczynski, que se perfila como primer ministro, celebró ayer su triunfo y llamó al PO para empezar a negociar el programa. El partido, que cimentó su éxito electoral al presentarse como un baluarte del capitalismo social frente al "peligro neoliberal" del PO, busca mantener la pugna hasta que acabe la campaña de las presidenciales, cuya primera vuelta se celebrará el 9 de octubre.
Dos gemelos al poder
El éxito de Ley y Justicia (PiS) es la recompensa a la constancia de dos hermanos gemelos, Jaroslaw y Lech Kaczynski, de 56 años y poco más de 1,60 de estatura. Se parecen tanto -les distingue apenas un lunar junto a la nariz del segundo- que raramente se muestran juntos para evitar la broma fácil. Tras seducir a los polacos, se preparan ahora para gobernar.
Los gemelos se dieron a conocer juntos ya de niños -compartieron un estrellato efímero como actores infantiles en la película Dos que robaron la luna, muy popular en Polonia-, jugaron durante años a intercambiarse la personalidad -incluso en exámenes- y juntos también han recorrido el mismo itinerario político desde que se enrolaron en la oposición anticomunista en los años setenta.
Hasta ahora, Jaroslaw había sido siempre la sombra de Lech, pero las elecciones del domingo pasado han colocado los focos también sobre él. Jaroslaw es el candidato mejor situado para convertirse en primer ministro, aunque de nuevo va a depender de su hermano, candidato en las presidenciales del 9 de octubre. Si Lech gana -las encuestas lo sitúan en segundo lugar-, Jaroslaw probablemente renunciaría a dirigir el Gobierno para evitar suspicacias.
Los dos gemelos participaron activamente en 1980 en la creación de Solidaridad -Lech llegó a ser vicepresidente-, acompañaron al histórico Lech Walesa a la presidencia como asesores y finalmente rompieron de forma estridente.
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