Los chalés y el campo pelean por la poca agua que queda
En Murcia la escasez de lluvias se mezcla con la sobreexplotación del agua, tan escasa como rentable. A la región le faltan al año 450 hectómetros, que sumados a los 450 que llegan del Tajo suponen un déficit de 900 hectómetros al año. Eso en un año normal, porque Murcia vive en una situación de perpetua sequía, algo que se vuelve dramático cuando, como este año, deja de llover en Murcia y en la cabecera del Tajo.
Los embalses de la cuenca del Segura están a menos del 12%, y más del 70% del agua que almacenan ha llegado del Tajo a través del trasvase. Casi nada procede de las lluvias porque no ha llovido. Aunque todavía no ha habido restricciones al consumo, la Confederación Hidrográfica prevé un decreto para establecer "tarifas de sequía" que penalicen "el consumo excesivo" y permitir la "limitación temporal de suministro urbano". En verano, se bajó la presión del grifo para ahorrar.
La Confederación prepara tarifas más altas que penalicen el consumo excesivo
Pese a la escasez de agua, la actividad agrícola e industrial no deja de crecer: Murcia lleva cinco años en los primeros puestos de los índices de crecimiento. A la industria y a la agricultura hay que añadir ahora la promoción inmobiliaria, porque en la región hay previstas 170.000 viviendas en los próximos 10 años, lo que ya acarrea problemas por la falta de agua en los embalses.
Un ejemplo de este cambio es la urbanización El Roblecillo, en Caravaca de la Cruz, un pueblo de 21.000 habitantes situado en el noroeste murciano. La empresa Golden Sky promueve allí la construcción de 8.000 viviendas con el apoyo del Ayuntamiento, del PP. El alcalde, Domingo Aranda Muñoz, defiende la urbanización, que incluye un campo de golf de 27 hoyos. Según el proyecto, se regaría con las aguas depuradas de la urbanización, que podría albergar a tantas personas como Caravaca.
El alcalde asegura que la urbanización "tendrá la misma edificabilidad que el casco urbano, y no gastará ni una gota de agua más de lo que se consume ahora para regar lechugas en la misma zona", y cree que cuando se construyan las casas será más rentable. Aranda espera que la Confederación Hidrográfica del Segura le conceda el cambio de uso del agua, de regadío a abastecimiento humano.
Los regantes de la zona que quieren mantener el riego rechazan el cambio porque creen que la urbanización chupará casi todo el agua de los pozos. La Asociación de Comunidades de Regantes de Caravaca (Areca), que agrupa a 3.000 familias que explotan las 3.600 hectáreas de regadío, discrepa. Su presidente, Enrique Fuentes, afirma que la urbanización sigue el camino de otras anteriores: "Se ha permitido la transformación de grandes superficies de secano a regadío, para terminar en negocios urbanísticos abastecidos por las aguas obtenidas de forma irregular". Los regantes sostienen que no hay agua suficiente para la urbanización y que al recurrir a aguas subterráneas ellos se quedarán sin riego. En la disputa, ninguno mira al cielo, del que ya no esperan agua.
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