Aquellos viejos pineros

La comarca de la Sierra de Segura, situada al noreste de Jaén y que ocupa dos terceras partes del mayor parque natural de España, el de Cazorla, Segura y Las Villas, ha atesorado históricamente uno de los principales patrimonios forestales del país. La madera ha estado pues ligada a la vida de los serranos, que la utilizaban para protegerse de los largos y fríos inviernos, para la fabricación de armas y herramientas, construcción de viviendas, barcos, puentes, molinos y traviesas para las vías ferroviarias y hasta como recurso de trueque con otros productos. Durante el último fin de semana, los vecinos de esta comarca han querido recuperar parte de la memoria histórica con unas jornadas culturales y medioambientales en las que se ha querido rememorar (y recuperar por unos días) el transporte de la madera a través de los ríos, principalmente el Segura, que nace en estos parajes.

Quienes se han acercado hasta la central hidroeléctrica de Las Juntas de Miller, en el municipio de Santiago-Pontones y en la confluencia con la provincia de Albacete, han podido ser testigos de una actividad que se perdió con el paso del tiempo y la llegada de los modernos sistemas de transporte. En siglos pasados, cuando no había carreteras el mejor sistema para transportar la madera de un lado a otro era río abajo. Nacieron entonces un buen número de oficios tradicionales, hoy ya extinguidos, asociados alrededor de los pineros, que crearon una cultura propia en la comarca.

Las jornadas han tenido mucha dosis de simbolismo. "Hemos querido llamar la atención sobre el presente y el futuro en la gestión de los recursos forestales y trabajar por el mantenimiento, puesta en valor y revitalización de la identidad cultural de la comarca", señaló José Laso, presidente de la asociación La Esparteña, organizadora del encuentro junto con los ayuntamientos de Santiago-Pontones (Jaén) y de Yeste (Albacete). Además del arrastre de la madera, ha habido conferencias del naturalista Joaquín Araujo y del investigador Faustino Idáñez, entre otros, exposiciones, gastronomía y folclore.

La historia de las conducciones de madera se remonta a los siglos X y XI, en los que el geógrafo Al Zuhri ya habla de las mismas y de la utilización de los ríos Guadalimar y Guadalquivir. Se conserva un documento de los Reyes Católicos, datado en Córdoba el 30 de junio de 1484, en el que se manda no se cobren derechos de paso por 1.000 pinos que deben traer río abajo para la construcción de los Alcázares de Córdoba.

Con diversas alternativas, las conducciones han continuado hasta hace relativamente poco. Todavía hubo necesidad de instalar en la presa del Tranco una cinta para el transporte de las traviesas. Es una actividad en la que los serranos se emplearon durante al menos un milenio y que, según el profesor de la Universidad Complutense, Emilio de la Cruz Aguilar, uno de los principales estudiosos de la Sierra de Segura, "marcó su carácter, por que era un trabajo al aire libre, arriesgado, errante y hermoso". Y añade: "Nuestros hombres llegaron, marineros de tierra adentro, hasta el mismo mar montados en los troncos de sus montes, con el gancho de vara de avellano y doble punta, con sus esparteñas tejidas por ellos mismos".