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Una provincia marítima de interior

Ginés Donaire

Por sorprendente que parezca, la Sierra de Segura fue provincia marítima en el siglo XVIII. El 31 de enero de 1748, Fernando VI creó la Provincia Marítima de Segura para la gestión y explotación de los recursos forestales, que se utilizaron, entre otras cosas, para la construcción de los buques de la Armada Invencible. Su extensión era incluso más grande que la actual provincia de Jaén.

Además de los pueblos de la comarca segureña se integraron en ella los albaceteños Yeste, Nerpio y Alvadalejo y, posteriormente, en 1751, se le agregó el partido de Alcaraz y , sucesivamente, Cazorla o el condado de Santisteban.

Sin embargo, la Ordenanza de Montes de Marina que trajo esta declaración fue la causante del principal expolio que sufrieron estas sierras, que dos siglos antes habían adquirido la prerrogativa de dictar órdenes para la conservación de los montes a través del llamado Común de Segura. Para el profesor Emilio de la Cruz, la Ordenanza de Montes "acabó con los aprovechamientos forestales de los vecinos, perturbó la ganadería, arruinó a los concejos e hizo posible el despojo, por la Administración o particulares avispados, de los bienes comunales y municipales". A su juicio, "el saldo de esta jurisdicción especial que gravitó sobre esta tierra alrededor de 90 años fue desastroso, aunque lo peor no fue la destrucción física de mucha parte de los bosques, sino la destrucción de una comunidad que había vivido siglos en paz y haber convertido a un grupo humano, que vivió siempre a la sombra del bosque, en enemigo suyo".

Los serranos se sintieron entonces esquilmados, un sentimiento de agravio que les ha acompañado desde entonces. En la época franquista el Coto Nacional de Caza hizo que los guardas forestales fueran considerados como los dueños de las sierras. Ahora los recelos vecinales se dirigen hacia la empresa pública Egmasa, a quien acusan de ir más allá de su cometido medioambiental y de tener un protagonismo desmesurado.

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