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Tribuna:DEBATE | CHINA Y ESTADOS UNIDOS, FRENTE A FRENTE
Tribuna
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Nuevos focos de conflicto

A primera vista, da la impresión de que algunas tensiones en la relación entre EE UU y China se están relajando. China ha anunciado la revaluación de su divisa, como exigían muchos miembros del Congreso de EE UU. La empresa petrolífera china CNOOC ha abandonado su controvertida puja por Unocal. Los elementos críticos del Congreso chino se han tomado su descanso veraniego. Dicho eso, bajo la superficie están surgiendo nuevos focos de conflicto, y cabe esperar que las relaciones entre China y EE UU se deterioren más. De hecho, la creciente desconfianza entre los dos gobiernos convierte su rivalidad en el impulso más importante del riesgo geopolítico para el futuro inmediato. Una serie de comunicados recientes del Pentágono dejan claro que el Gobierno de EE UU considera que el rearme militar de China y su cortejo comercial a regímenes rebeldes son la amenaza más inmediata para la seguridad nacional de EE UU.

La Administración de Bush ha decidido que hay que frenar el creciente poder militar de China
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La Administración de Bush ha decidido que hay que frenar el creciente poder militar de China. Por eso, el mes pasado el presidente estaba tan dispuesto a dejar de lado las preocupaciones sobre la proliferación nuclear y a prometer al primer ministro indio, Manmohan Singh, que el Gobierno de EE UU proporcionaría a su país tecnología nuclear civil, además de sistemas armamentísticos convencionales y entrenamiento.

La Casa Blanca define su reciente acercamiento a India como el "siguiente paso para una asociación estratégica". George W. Bush sabe que, debido a que India no forma parte del Tratado de No Proliferación Nuclear, deberá modificarse la ley estadounidense para que él pueda cumplir sus promesas. Pero la Administración está tan ansiosa por ayudar a crear un contrapeso a la creciente influencia china que se anunció el acuerdo antes de resolver los detalles.

Existen otras iniciativas de la Administración que han pasado más desapercibidas y orientadas enteramente a contener la influencia de China en Asia. El anuncio de Bush de que visitará Vietnam durante la cumbre del Foro para la Cooperación Económica Asia-Pacífico forma parte de un esfuerzo por mejorar el prestigio estadounidense en el sureste de Asia. Un posible acuerdo comercial con Tailandia, la elevada atención que ha prestado EE UU a los diversos escándalos que amenazan a la presidenta filipina, Gloria Macapagal Arroyo, y la iniciativa pública para ayudar a Indonesia a recuperarse del tsunami del pasado diciembre guardan relación con los esfuerzos por limitar la influencia china en la región. La actitud de la Administración respecto a las organizaciones multilaterales también tiene una orientación similar: ha eludido a la comunidad del este de Asia dominada por China e incluso la reunión de la Asociación de Naciones del Sureste de Asia en Laos. Por el contrario, la Administración está abordando los problemas de seguridad a través de relaciones bilaterales favoritas. A la larga, la Casa Blanca espera desarrollar un foro regional de cinco integrantes más equilibrado en el noreste de Asia, centrado en cuestiones relativamente poco controvertidas como la cooperación energética.

China ha empezado a desafiar el cerco estadounidense haciendo avances con regímenes cuyo comportamiento ha criticado Washington. La decisión del presidente uzbekistaní, Islam Karimov, de expulsar a las fuerzas de EE UU de su país es un ejemplo que viene al caso. Aunque varios analistas han culpado de la decisión de Karimov a los esfuerzos encubiertos de Rusia por reafirmar una influencia dominante en Asia Central, la verdadera presión para expulsar a las tropas de EE UU llegó de Pekín, que dejó claro su parecer sobre la presencia estadounidense en la región tras la reunión de la Organización de Cooperación de Shanghai.

Mientras tanto, en las últimas semanas, las autoridades de Uzbekistán y China han firmado montones de documentos destinados a potenciar sus lazos comerciales por más de 120 millones de euros. Pekín también ha firmado un acuerdo de sociedad estratégica con Indonesia que proporciona a Yakarta tecnología de misiles de corto y medio alcance. Indonesia está ansiosa por cerrar el acuerdo, ya que Washington se ha negado a vender armas y repuestos hasta que procese a los mandos castrenses acusados de quebrantar los derechos humanos en el antiguo territorio indonesio de Timor Oriental.

Los funcionarios de EE UU están especialmente preocupados por los indicios de que el Ejército chino pueda estar desarrollando en el país cierto nivel de independencia política del Gobierno central y que esté introduciendo una línea más dura en política exterior. El mes pasado, un alto mando castrense, decano de la Universidad de Defensa Nacional de China, declaraba a unos periodistas que su país no podría ganar una guerra convencional contra Estados Unidos y que, en consecuencia, su Gobierno a lo mejor descarta su política de no utilizar primero el armamento nuclear. En caso de guerra, advertía, "los chinos nos prepararemos para la destrucción de todas las ciudades al este de Xián... Los estadounidenses deberán estar preparados para que cientos de ciudades sean destruidas por los chinos". Era la declaración más tajante en más de una década. Aunque el presidente chino, Hu Jintao, desmintió rápidamente la amenaza, los funcionarios de EE UU señalan que dicha afirmación no podría haberse realizado sin la aprobación de la cúpula militar.

Hay varios acontecimientos a corto o medio plazo que podrían avivar más las tensiones. Todo apunta a que la presión proteccionista contra China regresará a Washington. La creciente impopularidad de la guerra de Irak, los quebraderos de cabeza nacionales de Bush y la impresión cada vez más extendida de que se está convirtiendo en un presidente sin ningún poder real, probablemente limitarán su capacidad para atajar una acción del Congreso contra Pekín. Si las reivindicaciones territoriales de China y Japón en el mar de China Oriental llegan a un punto crítico, Washington se posicionará junto a su aliado japonés. Además, es probable que China vete cualquier intento del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por imponer sanciones a Irán por su programa nuclear. Por último, el humillante fracaso de la puja de CNOOC por Unocal, que sus ejecutivos achacan al clima político hostil en EE UU, fortalece las posiciones de los halcones de ambas capitales y agudiza la animosidad bilateral. Todos estos factores son síntomas del conflicto mayor que se produce cuando un poder nacional en auge empieza a consolidarse a expensas de una potencia global. Cualquiera de ellos podría convertirse en un foco de inflamación. Ése es el motivo por el que la creciente rivalidad está creando tanto riesgo político y por el que el alivio temporal de los síntomas no es señal de que la enfermedad esté remitiendo.

Ian Bremmer es presidente del grupo Eurasia y miembro del World Policy Institute. Traducción de News Clips. © 2005, Tribune Media Services.

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