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Análisis:AGENDA GLOBAL | ECONOMÍA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Unión Europea: superar la parálisis

Joaquín Estefanía

LA PERSPECTIVA MUNDIAL que acaba de presentar el Fondo Monetario Internacional (FMI) es, en general, bastante optimista. Que siga reflejando un crecimiento económico del planeta para este año de más del 4%, a pesar de la que está cayendo con la espectacular subida del precio del petróleo, es notable. Se mantiene esa tendencia a un crecimiento profundo, constante y bastante simétrico que se manifestaba en las penúltimas previsiones del FMI, allá por el mes de abril.

Los problemas surgen cuando las cifras se desagregan por zonas: EEUU continúa creciendo, aunque un poco menos de lo que se preveía (probablemente por los desastrosos efectos del huracán Katrina); Japón sale, ójala que de forma definitiva, de esa espiral de estancamiento y deflación que ha sufrido, en distintos grados, durante más de una década; y las superpotencias emergentes, China e India, siguen tirando con mucha fuerza de la economía y del comercio.

EE UU sigue creciendo, aunque menos; Japón sale por fin de la 'estanflación', y China e India tiran con fuerza del comercio. La cenicienta es Europa, que sufre la anemia económica en medio de la parálisis política

La cenicienta de este panorama es Europa (UE), con una excepción notable: España, que incrementará su PIB este año un 3,2%, muy cerca del porcentaje de EEUU. Los agoreros se han equivocado otra vez, aunque los problemas estructurales (falta de competitividad y de identidad exportadora, y burbuja inmobiliaria) habrán de emerger en algún momento. El lado oscuro viene del corazón de la UE: Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña reducen su fuelle y crecerán menos de lo que se creía hace medio año.

Ello no sólo tiene consecuencias nacionales, y para cada uno de los países que intercambian bienes, servicios y capitales con dichos países, sino para el conjunto de la UE. Sonado como un boxeador golpeado el club europeo tras los noes a la Constitución europea por parte de Francia y Holanda, ha de enfrentarse en el corto plazo con otros dos problemas estructurales: la negociación con Turquía de cara a una nueva ampliación (las negociaciones comienzan la próxima semana) y la aprobación de las perspectivas financieras para los años 2007 a 2013, que es como decir, la intendencia de la propia Unión a medio plazo. Sin esas perspectivas es casi imposible que haya un funcionamiento cotidiano normal. Las recientes elecciones en Alemania, sin un resultado claro y con la posibilidad de una salida de componenda en la que nadie liderará con nitidez el país, no hacen más que complicar la coyuntura.

Con este panorama ha alzado la voz la institución que debe dirigir a la UE hacia algún sitio: la Comisión Europea. Su presidente, Durao Barroso, pedía desesperadamente a los políticos alemanes que despejasen con rapidez las incógnitas. Pero también trazó un programa de prioridades en un seminario celebrado hace unos días, con el objeto de llenar el vacío institucional que perciben los ciudadanos y de salir de la parálisis aunque sea a una velocidad corta. La prioridad es aprobar esas perspectivas financieras, lo que corresponde impulsar en primer lugar al presidente de turno de la UE, el británico Tony Blair, del que hace semanas que no se sabe nada en este sentido. Y lo ha de hacer con una filosofía: poner todo el acento en el crecimiento económico -cuya debilidad ha manifestado el FMI- y el empleo. "El bajo crecimiento y el elevado desempleo niegan oportunidades y seguridad a los europeos".

Durao parece ser consciente de la urgencia de visibilizar el proyecto europeo ante los ciudadanos, no sólo ante esas élites políticas que aparecen tan desestructuradas. Y la credilidad del mismo pasa por volver a una realidad que ha de tener en cuenta que en el corto plazo (entre dos o tres años) no se podrá abordar de nuevo el Tratado constitucional. Hay que partir del marco vigente, el Tratado de Niza, agilizándolo en lo posible; para ello ha anunciado que la UE se deshará en las próximas semanas de al menos 60 proyectos de ley que son innecesarios, ineficaces y generan burocracia.

Veremos cómo responden los egoísmos nacionales a este reto de urgencia.

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