Herencias del Fórum
La ciudad imprevisible. En abril de 2004 propios y extraños se sorprendieron de que el Fórum acogiera a más de 200.000 personas en las jornadas de puertas abiertas. No había nada, ninguna exposición, ningún debate, ningún espectáculo. Sólo el nuevo espacio, vacío. Los ciudadanos quisieron tomarle la medida y aquello pareció un augurio de éxito. No lo fue: las expectativas de visitantes, es sabido, quedaron por debajo de las previsiones. Un año después el recinto se llena a reventar.
¿Radica sólo en la gratuidad de los espectáculos el éxito que por fin registra la zona del Besòs? No parece. Entre el Fórum evento y el Fórum espacio las relaciones fueron tensas hasta el final. A la dirección del encuentro aquel territorio siempre le supo a demasiado holgado, nunca lo convirtió en contenido propio, a pesar de tratarse de un desarrollo urbanístico con muchos asideros argumentales desde el punto de vista de la sostenibilidad, la integración de infraestructuras y la actuación política en una zona degradada. La ciudadanía pareció mantenerse al margen de aquel debate.
Ahora la Mercè 2005 ha demostrado que el problema con el espacio no lo tenían los ciudadanos. Y que la holgura, en una ciudad densa como ésta, no constituye un inconveniente. Al contrario, se agradece. La convivencia entre atracciones de feria, zonas de restauración y escenarios para músicas de estilos diferentes ha resultado ejemplar. Y todo ello sin el agobio de la proximidad de vecinos con derecho al descanso. La ciudad ha hecho finalmente suyo el Fórum. Por eso no se comprende la necesidad de borrar sus rastros. ¿Por qué han desaparecido los graffiti de la Marina Seca? ¿Se consideraban una incitación al incivismo? Es una pena que la irracionalidad de unos pocos ponga límites a la sensatez de la mayoría.
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