Un hotel que destaca por su buena cocina
PALACIO MIRAFLORES, el último proyecto del 'chef' Juan Pablo Felipe en la sierra madrileña
El chef Juan Pablo Felipe, un encumbrado cocinero español, inicia estos días una nueva aventura profesional en la sierra de Madrid
d. Su talento emprendedor y el hueco que le deja su programa en el canal Cocina de televisión lo han llevado hasta la localidad de Miraflores, donde el catedrático de medicina y ex presidente de la Federación Española de Fútbol Alfonso de la Fuente Chaos se hizo construir en los años cuarenta un palacete neogótico, herreriano y gustaviano con estupendas vistas sobre la cuenca alta del Manzanares. Con mejor oficio en los fogones que en el atril de la decoración, el chef acaba de inaugurar un hotel muy sugerente para celebrar banquetes y lunas de miel por esa idea preconcebida de que a los recién casados lo que les gusta es el ambiente merengado.
PALACIO MIRAFLORES
Categoría: 5 estrellas. Fuente del Pino, 6. Miraflores de la Sierra (Madrid). Teléfono 918 44 90 50. 'Web': www.palaciomiraflores.com. Instalaciones: jardín, piscina, garaje, dos salas de reuniones (150 y 250 personas), salón, comedor. Habitaciones: 9 dobles, 6 triples, 2 júnior 'suites'; calefacción, aire acondicionado, teléfono, radio, monitor plano de TV vía satélite, minibar, carta de almohadas, albornoz, secador, cosméticos Hermès; habitaciones para no fumadores. Servicios: habitaciones para discapacitados, no admite animales. Precios: todo el año, 200 euros + 7% IVA; desayuno, 12 + 7% IVA; oferta, 150 por persona con alojamiento, desayuno y menú degustación. Tarjetas: American Express, Diners Club, Eurocard, MasterCard, Visa.
Arquitectura ... 6
Decoración ... 3
Estado de conservación ... 8
Confortabilidad habitaciones ... 6
Aseos ... 7
Ambiente ... 6
Desayuno ... 8
Atención ... 9
Tranquilidad ... 7
Instalaciones ... 5
Nadie que conozca el minimalismo radical de El Chaflán, su restaurante en Madrid, entiende cómo se atreve Felipe a pastelear entre armarios rancios, arañas repollo, tapicerías abigarradas y emplomados heráldicos. Cómo puede uno pisar esa alfombra cardenalicia que serpea sobre la escalinata de entrada a la mansión... O ver la tele en un monitor LCD colgado junto a un aplique seudobarroco bajo el cual flirtea una coqueta de madera noble y un espejo belle époque... Qué incongruencia, además, yuxtaponer el pastiche palaciego a algunas antigüedades de valía rebuscadas entre las más importantes almonedas de Europa. Porque el palacio, en honor a la verdad, no escamotea ningún lujo a quien franquea la verja y sortea los castaños y las coníferas en actitud sibarita.
Entre los 15 dormitorios destaca por la amplitud de sus dos terrazas el número 10, con vistas al orto y al ocaso. Otro panorama más empalagoso se vive dentro, entre paredes de estucado veneciano rosa, cenefas de escayola en el techo y un acondicionador de aire pintado en tono fresa. En la misma línea frufrú se desenvuelve el cuarto de baño.
Lo verdaderamente significante en este hotel es aquello que se cuece en El Mirador de Juan Pablo, un restaurante con aspiraciones serias que resuelve su falta de rodaje con un menú solvente de ocho platos servidos en vajilla de Versace y maridados con seis vinos de categoría. Los desayunos sacian el apetito y despiertan la curiosidad a través de un bufé variado que se sirve en bandeja en la propia habitación.
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