El regate de Botín
La noche del jueves, mientras veía remontar al Real Madrid el resultado de su partido frente al Athletic de Bilbao, Florentino Pérez rumiaba en secreto la posible compra del paquete de acciones del Banco Santander en Unión Fenosa por parte de ACS, la constructora que preside. Se daba por hecho, en esos momentos, que un grupo formado por el empresario Amancio Ortega, Caixanova y Constructora San José era el que había cerrado la operación a 30 euros por acción (prima de casi el 17% sobre el cierre del día). Se garantizaba el galleguismo de la empresa y el banco obtenía unas plusvalías de 1.000 millones. Todos contentos.
Pero con Botín nunca se sabe. Desde México, estaba atento a los progresos de las negociaciones y algo no debió convencerle porque hizo un regate inesperado que dejó sentado a Amancio Ortega y su grupo. Seguramente, pensó que se podía sacar mayor tajada. El banquero no da una operación por cerrada hasta el último instante y empezó a mover hilos. Así ocurrió, recientemente, con la venta de Amena en la que el banco maniobró y acabó vendiéndose al grupo France Télécom, que no figuraba entre los pretendientes oficiales, generando gran malestar entre muchos fondos de inversión que estaban.
Así que antes de acabar la noche del jueves corrió como la pólvora que otros grupos se habían metido por medio en la puja por Fenosa y que las puertas estaban abiertas. Entre los nuevos interesados se incluía a la ex mujer de Ortega, Rosalía Mera, a otras entidades gallegas y a eléctricas portuguesas, a las que se les ha querido colocar en la trastienda de cualquiera de los grupos implicados por su interés por entrar en España. Pero la realidad resultó que eran las constructoras Acciona y ACS, que en muy pocas horas Botín habían logrado elevar el precio un 10% hasta los 33 euros (un 24,6% de prima) y que el banco incrementaba sus plusvalías a 1.160 millones.
El grupo gallego dio esa misma noche un portazo, despechado por una actuación que considera "poco honesta" del banco tras haber "prácticamente cerrado la operación". Se levantó un huracán que se ha llevado por delante, incluso, al hombre de máxima confianza de toda la vida de Amancio Ortega, José María Castellano, que ayer presentó la dimisión irrevocable como vicepresidente de Inditex, la empresa de Ortega. Según algunas fuentes cercanas, la operación abrió una brecha irreparable entre Ortega y Castellano, quien habría servido de cauce entre el grupo comprador, el gobierno gallego (muy interesado) y el banco.
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