La lluvia obliga a los favoritos a rodar con cautela

Por su carácter ganador, Valentino Rossi no se perdonaría seguramente proclamarse campeón del mundo por séptima vez en una carrera en la que no fuera el vencedor. A Rossi le basta con ser cuarto (el puesto que logró ayer en los primeros entrenamientos) en el GP de Malaisia, que se disputará la próxima madrugada (5.30, TVE1) para coronarse como el rey de la máxima categoría por quinta vez. Pero la bofetada que supuso el accidente sufrido el domingo en Japón, su primer abandono del año, motiva a il dottore para enmendarse.

Mientras, sin embargo, Sete Gibernau marcó ayer la pauta en la sesión de MotoGP, marcada por la intermitente lluvia que cayó sobre el circuito de Sepang y que encubrió el verdadero potencial de los pilotos, centrados en mejorar la puesta a punto de sus motos para una eventual carrera con el asfalto mojado, algo más que probable si se atiene a la previsión meteorológica que vaticina lluvias intermitentes para todo el fin de semana en Kuala Lumpur.

En Motegi, Rossi se llevó por delante a su compatriota Melandri, a quien se le practicaron una treintena de puntos de sutura en la planta del pie derecho. El tratamiento recibido por el compañero de Gibernau durante la semana parecen haber causado efecto. En contra de lo que se temió los días posteriores al GP de Japón, Melandri salió ayer a la pista, pero no se exigió demasiado.

Tampoco quiso forzar su maltrecho hombro izquierdo Dani Pedrosa y registró el séptimo mejor tiempo en 250cc. "En la sesión de la tarde", explicó Pedrosa, "me he encontrado mejor que por la mañana", declaró el catalán, cuya estrategia para el fin de semana es no forzar demasiado en los ensayos para concretar en la medida de lo posible un campeonato que ya roza con los dedos porque posee una ventaja de 63 puntos respecto a Casey Stonner a falta de cinco pruebas para que la competición se acabe.