Amor
Trillo decía ayer en Antena 3 que Zapatero ya no le saluda. "No me dice ni buenos días", se quejó el ex ministro. ¿Qué se dicen los políticos que no se quieren cuando ya no se quieren nada? ¿Y qué se dicen en las fotografías cuando se saludan antes de una reunión en la que acuerdan decir que no se quieren? El otro día Rajoy se encontró con Zapatero en la escalinata de Moncloa, se saludaron con la efusividad que demuestran las fotos y después el líder de la oposición salió diciendo que no quería a Zapatero. Rajoy y Zapatero tienen una vieja relación de vecindad. Ahora entre ellos debe haber desdén, pues una de las partes lo proclama. El desamor que siente Trillo tiene ya su propia escenografía; cuando los amores contrariados se filman, el desamado suele mostrar aires patéticos, como en los dramas de Shakespeare o en las telenovelas de sobremesa. Para ilustrar el desdén que recibe de Zapatero, que antes se deshacía en saludos e incluso en consultas, Trillo llevó a la tele dos fotografías en las que se le ve, desolado, cubierto por un guardapolvos, en su antiguo despacho del Ministerio de Defensa, contemplando en la tele cómo Zapatero anuncia que las tropas que hasta entonces dirigía este especialista en Hamlet iban a irse de Irak. Para escenificar luego su queja, pensando ya quizá en el libro que ahora publica, el ex ministro del guardapolvos se llevó a un fotógrafo que sacó la secuencia de su desolación ante la traición de Zapatero, con quien tanto quería. En una de las fotografías se le ve perplejo, con esa cara de "pero, ¡qué hace este hombre!" que ponen las personas cuando se cumple lo contrario de lo que desean, y en otra está abatido, con el semblante oculto por su mano desanimada, enfrentado a una realidad trágicamente inesperada. "Y me pudo haber llamado antes; si no él, tantos otros", dijo ayer ante las cámaras. Buen lector como debe ser, el mayor especialista en Shakespeare del pasado Gobierno de Aznar tendría que leer la oda que Neruda dedica a las cosas rotas, "las cosas que nadie rompe pero se rompieron". Así es el amor, un día se rompe, y uno escribe un libro para explicar que no tuvo la culpa. Pero las rupturas, señor ex ministro, siempre son cosas de dos. ¡Qué le haría usted a Zapatero!
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