Valverde, de puntillas
No se abrió la Puerta del Toro ayer y estuvo en un tris de haberse abierto. De que estuviese en un tris tuvo la culpa Javier Valverde, y de que el torero saliera a pie, él mismo también. Se puso de puntillas, eso sí, y se dejó ver por encima de sus colegas. Destacó claramente mostrándose como un torero enterado, que tiene claridad de ideas y la serenidad y el valor necesarios para ponerlas en práctica. Pero la pringó lastimosamente a la hora de descabellar y se le fueron volando dos orejas en su primero, que seguramente habría cortado, y posiblemente otra más en el sexto, donde también volvió a las andadas con el verduguillo. Su primera faena la hizo en muy poco terreno y una de las tandas de derechazos prácticamente en un baldosín. Fue un trasteo con mucho cuerpo porque el toro embestía con poder, y el torero, entendiéndolo a las mil maravillas, se mostró segurísimo, aprovechando como es debido la oportunidad que se le brindaba. La estocada fue hasta las cintas, pero después no dio una -sino cuatro- con el descabello. En un tono menor, pero sin dejar de ofrecer esa sensación de torero cuajado, se mostró muy por encima del sexto toro, bronco y que fue a menos, y el descabello volvió a jorobar el pasodoble.
Torrestrella / Castella, Valverde, Castaño
Cinco toros de Torrestrella: terciados y con poca cara, aplaudidos en el arrastre y el 6º de Miranda de Pericalvo: bronco. Sebastián Castella: estocada (división de opiniones); pinchazo hondo, estocada y descabello (saludos). Javier Valverde: estocada y cuatro descabellos (ovación y saludos); estocada atravesada, descabello -aviso-, siete descabellos más (saludos). Javier Castaño: pinchazo y estocada (saludos); estocada pasada (dos vueltas). Plaza La Glorieta, 13 de septiembre. 3ª de feria. Menos de media entrada.
La corrida de Torrestrella, que no se cayó, ¡albricias!, tuvo tres toros francamente buenos, de los cuales sólo el tercero fue aprovechado debidamente. El cuarto acabó parado, y el quinto, que sí perdió las manos, fue a menos en un abrir y cerrar de ojos. El de Pericalvo resultó áspero y sin clase. Castella comenzó sus dos faenas con garbo, pero no las continuó. Hubo enganchones, pico y falta de expresión. Castaño se enfadó con el presidente por no darle una oreja. Hubo voluntad, pero falta de consistencia.
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