El Deportivo desfonda al Atlético
El equipo de Bianchi se desploma tras el descanso y cae en el tiempo añadido
Al nuevo Deportivo de Caparrós no le rinden los delanteros, pero los defensas han asumido la responsabilidad. Gracias a ellos se puso en la final de la Intertoto; con un gol de Juanma se impuso en Mallorca, y ayer le tocó el turno a Capdevila, que con el partido agonizante cazó un balón en el corazón del área y lo clavó en la portería de Leo Franco. Tuvo su gol un aire épico muy acorde con el partido, escaso de fútbol pero abundante en ocasiones, en la que por lo general los delanteros poco tuvieron que ver. Tuvo buena pinta el Atlético en la primera parte, pero su esfuerzo lo acusó en la segunda, un monólogo local que fue minando las reservas físicas del rival. Cuando se sobrepasaba el tiempo añadido llegó un gol que premió la porfía deportivista, un equipo armado para victorias como ésta.
DEPORTIVO 1 ATLÉTICO 0
Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Andrade, Romero, Capdevila; Duscher, Sergio; Rubén (Iván Carril, m. 78), Valerón (Scaloni, m. 84), Munitis; y Tristán (Taborda, m. 68).
Atético de Madrid: Leo Franco; Valera, Pablo, Perea, Antonio López; Zahínos; Maxi López (Colsa, m. 68), Luccin, Gabi, Galletti (Petrov, m. 60); y Fernando Torres.
Gol. M. 94: Capdevila caza un balón suelto en el área y bate a Leo Franco.
Árbitro: Daudén Ibáñez. Mostró tarjetas amarillas a Torres, Duscher y Zahinos.
Unos 23.000 espectadores en Riazor.
El Atlético y el Deportivo no tuvieron inconveniente en llevar el partido al terreno de lo físico, lo que convirtió el centro del campo en un lugar inhóspito donde el choque se impuso a la imaginación. Es el traje que Caparrós le ha puesto al equipo de Riazor, que ha ido adelgazando la calidad verano tras verano hasta quedarse con lo justo. Cortado con semejante perfil, no fue extraño que el mejor argumento local radicara en el cuentakilómetros de Munitis. Arrimado a la banda izquierda, el jugador cántabro se lanzó siempre hacia la portería de Leo Franco con peligro, lo que obligó al Atlético a estrechar su vigilancia. Huérfano de socios con Valerón y Tristán, el esfuerzo de Munitis fue por lo general una lucha en solitario.
El Deportivo conservó el espíritu de Caparrós por encima de concesiones como la presencia de Valerón en el equipo inicial. Lastrado por una de esas rachas que emborronan el expediente del jugador canario, el nuevo clima de Riazor le había condenado al banquillo. Prácticamente inédito en la Intertoto y suplente en Mallorca, ayer fue recuperado para la causa por el entrenador andaluz, pero cayó atrapado por la red que extendió Carlos Bianchi, que protegió con Zahinos, Luccin y Gabi el espacio natural del canario. Si Valerón fue la novedad en el Deportivo, en el Atlético de Madrid lo fueron Kezman y Petrov, dinamita que Bianchi decidió almacenar en el banquillo. Y su equipo la echó en falta, porque no fue capaz el Atlético de trasladar al marcador su mayor protagonismo en la primera parte.
A falta de calidad, además de contacto ofreció el partido ritmo, velocidad y ocasiones, que se fuero repartiendo generosamente en una y otra portería. Pero aunque a Fernando Torres se le vio menos apático que cuando juega a las órdenes de Luis Aragonés, volvió a fracasar en el área, y de Tristán no se tuvieron noticias en todo el partido. Y cuando llegaron, lo único que motivaron fue el enfado de Riazor, desesperado con la lentitud de su delantero. No fue extraño que las ocasiones fueran para gente como Munitis, Sergio o Luccin.
Bianchi no torció la tendencia del partido con la incorporación de Petrov, que sustituyó a Galletti poco después del descanso. Lejos de ello, cuando el Atlético se dio cuenta tenía encima al Deportivo, que se le metió en el área y desperdició el cuarto de hora más productivo del encuentro.
En un santiamén, Sergio disparó a la cruceta, Rubén evitó un penalti por preferir encarar a Leo Franco que irse al suelo y otra vez Rubén falló ante el portero. El equipo rojiblanco apareció repentinamente desfondado por el esfuerzo de la primera mitad, aunque aderezara su sufrimiento con algunas ocasiones. Poco a poco se le veía más encogido, mientras el Depor, lejos de caer en el desánimo, llevó su asedio hasta el minuto final. Como tantas veces, ese minuto también esta vez tenía guardada una sorpresa: el gol de Capdevila, otro defensa que rescata al endurecido equipo de Riazor.
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