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Columna
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El himno de la alegría

Mañana, 11 de septiembre, se estrenará la nueva versión del himno de Els Segadors, que Pasqual Maragall ha encargado al director y compositor Antoni Ros Marbà. Después de escucharla en la web de la Generalitat, les diré que suena estupendamente. Pero no todo el mundo se lo ha tomado con mi espíritu innovador. La idea de variar de algún modo nuestro himno ha suscitado muchas críticas. Los más alarmistas se han apresurado a recordar que existe una ley de 1993 que impide modificar la letra y la música de Els Segadors. Pero, tranquilos. Ros Marbà no lo ha hecho. Según sus palabras, ha elaborado una "armonización, orquestación e instrumentalización". Hace unos días le entregó la partitura al presidente y pudimos ver, por cierto, que la traía en una humilde hoja arrancada de una libreta de espiral.

A mí me parece muy bien que haya una ley que impida modificar la letra o la melodía de nuestro himno. Más que nada para frenar las eventuales tentaciones de creatividad. Conociendo el percal, muy bien se hubiese podido escribir un nuevo himno con una letra que dijese algo así: "A Catalunya sostenible,/ hi tornarà a haver mestissatge/ endarrere tots i totes/ els que no volen diàleg./ Bon cop de pal/ a la cassola, en contra de la guerra/ bon cop de pal".

Pero, en cambio, me parece de lo más lógico que un equipo de gobierno le pida a un compositor que le arregle el himno para darle un toque más moderno (o clásico, o abigarrado) según sus preferencias o según el momento en el que vaya a ser interpretado. Además, no es la primera versión que se hace de Els Segadors. Pau Casals hizo una. Y Lluís Llach otra. Y hasta Chasis. Esta última, por cierto, yo diría que es una obra maestra del dance progresivo. Por eso, yo propongo a nuestros gobernantes que, una vez abierta la veda, no se cierren a una sola versión. Deberíamos contar con versiones para cada momento.

En eso, los del PP podrían asesorar muy bien al presidente. En el hilo musical de la centralita de su

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