Béisbol para fracasados
La capacidad de ciertos directores para acomodarse a las circunstancias y llevar a cabo proyectos alejados de su idiosincrasia tiene en Richard Linklater uno de sus referentes. Nada tiene que ver la metafísica animada de Waking life con el western espectáculo The Newton boys; ni la romántica profundidad de Antes de amanecer con la gamberra comercialidad de Escuela de rock; ni sus primeras (y serias) incursiones en el universo juvenil (Dazed and confused, Suburbia) con Una pandilla de pelotas, su nueva comedia, uno de esos trabajos con pinta de alimenticios que permiten financiar sus productos más personales.
Nueva versión de un clásico del cine deportivo, protagonizado en 1976 por Walter Matthau, Una pandilla de pelotas añade una pizca de espíritu travieso a la tradicional película para niños ambientada en el béisbol. Desde el anuncio promocional del cine español protagonizado el año pasado por Antonio Resines y su chavalote, ya no se ven de la misma forma esos filmes. Por eso resulta gratificante la cinta de Linklater, donde apenas hay padres mirando los partidos de sus fracasados hijos, comandados por el entrenador borracho que interpreta Billy Bob Thornton. ¿Por qué? Simplemente porque están en la cárcel o son inmigrantes hispanos que sólo tienen tiempo para mantener a raya el césped del jardín de los padres del niño del anuncio de Resines. Esa incorrección política, unida a la profesionalidad de Linklater, salvan una película que, por otra parte, tiene interminables partidos del gran deporte americano.
UNA PANDILLA DE PELOTAS
Dirección: Richard Linklater. Intérpretes: Billy Bob Thornton, Greg Kinnear, Marcia Gay Harden, Sammi Kane Kraft. Género: comedia. EE UU, 2005. Duración: 93 minutos.
Babelia
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