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Crónica:Vuelta 2005
Crónica
Texto informativo con interpretación

Heras no es contrarrelojista

Menchov recupera el liderato tras imponerse en una polémica contrarreloj en Lloret de Mar, en la que el bejarano y Mancebo fueron penalizados

Carlos Arribas

"Heras no es contrarrelojista", dijo Manolo Saiz, sacando de dudas al personal, provocando un suspiro de alivio colectivo. Heras no es supermán. Heras es humano. Heras es escalador, Heras es sprinter. Heras no es contrarrelojista. Menos mal. La Vuelta recupera la moral. En la Vuelta no hay un Armstrong que acoquine a la competencia hacia arriba, hacia abajo, en grupo y a solas. En la Vuelta está Heras, que hace lo que puede cuando puede, y en la Vuelta también está Menchov, que también hace lo que puede cuando puede, mayormente en las contrarreloj. Y en la Vuelta también están Sastre y Mancebo. Y entre ellos y la realidad, un grupo de comisarios despistados y unos conos en mitad de la carretera que no contenían helados, sino veneno para generar una ridícula polémica y malestar general en algunos cuerpos.

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Los conos estaban para separar el carril de la carretera reservado a los sudorosos pedalistas del que utilizaban sudorosos domingueros al volante de sus utilitarios de camino a las playas de la costa. Los comisarios, en moto, 50 metros por delante de sus ciclistas, estaban para vigilar que los corredores, sobre todo los mejores, no se aprovecharan y cortaran en las curvas por el lado prohibido, con la consiguiente ventaja en la trazada y en la salida lanzada de los virajes. Y los ciclistas, y sus directores, informados por radio vuelta de la ilegalidad de pasarse al carril paralelo, estaban para hacer trampas y buscar la máxima ventaja posible de la situación. El problema, la polémica venenosa, llegó porque los comisarios, que castigaron a una docena de corredores, entre ellos a Heras con 10s y a Mancebo con 2s, no aplicaron un baremo real para hacerlo, sino un criterio contemporizador, lo que provocó la airada reacción de Eusebio Unzue, escandalizado de que sancionaran a Mancebo. "Esto es vergonzoso", dijo el director del Illes Balears. "Sobre todo que metan en el mismo saco a Mancebo, que se ha comido una curva, y no mucho, sólo por el lado interno de unos conos, que a Heras, quien, como se ha visto en la tele, deliberadamente ha sacado ventaja en casi todas las curvas que ha podido, yéndose incluso por el arcén contrario".

En la tele también se vio a Menchov, hermoso y tranquilo, los espléndidos haces musculares de sus gemelos a punto de reventar bajo la fina piel en los momentos de máximo esfuerzo, que fueron todos. A su lado, al lado de su figura inmóvil, con su planta tremenda, gigante, la de Heras se achicó entre movimientos de incomodidad sobre la bicicleta, continuos cambios de desarrollo, inútiles búsquedas de un ritmo evasivo. Fue el duelo de Valdelinares transplantado a las carreteras de la Costa Brava refrescadas por un viento marino que acabó de rematar a Heras, que dio la vida a Mancebo, que hizo sufrir a Sastre, que hizo volar a Menchov. Heras perdió en esta ocasión, devolvió a Menchov el jersey amarillo que el ruso cediera a McGee en la segunda etapa -contingencia que, de todas maneras, tenía el fabuloso bejarano anotada en su hoja de ruta- y, lo que no esperaba tanto, se vio superado por Sastre y Mancebo, quienes estrechan su cerco en la general.

Sastre tampoco es contrarrelojista, pero tiene más planta rodadora que Heras, ha pasado también por la escuela exigente del ejercicio de Manolo Saiz y ha perfeccionado sus prestaciones en el CSC a la sombra de Julich y Peron, paralelamente a Basso. Ayer, sin embargo, erró en el cálculo de sus fuerzas, efectuó una estimación en exceso optimista y de ir de más a más, tal como había empezado, terminó de menos a menos, frenado por el viento, por las leyes fisiológicas. Mancebo, como Heras, no es contrarrelojista, es escalador de cuerpo magro, pero en la escuela de la vida, supervisada por Unzue y Echávarri, ha madurado. Conoce su cuerpo, su límite. Y de acuerdo a ello, su cerebro manda, sus músculos, su corazón, obedecen a 174 pulsaciones por minuto de media. Mancebo dudaba la víspera porque había bebido tantas sales para el sudor, contra el calor, que notaba el cuerpo hinchado. Y Mancebo reventó a su cuerpo en el tramo más duro, en el repecho del túnel, en los últimos kilómetros contra el viento.

Mancebo acabó tercero y se alegró por él, porque se tiene en buena estima, y por su amigo Menchov. Heras, quinto, torció el gesto y Sastre, cuarto, dijo a ver, a ver. Lo veremos desde hoy en las montañas de Andorra. Lo veremos, sobre todo, el sábado en los Lagos de Enol, punto culminante de una Vuelta que ha descubierto que Heras no es un súper hombre y que por lo tanto puede acabar convertida en una novela apasionante.

Denis Menchov, durante la contrarreloj de Lloret de Mar.
Denis Menchov, durante la contrarreloj de Lloret de Mar.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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