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62ª MOSTRA DE VENECIA

'Siete espadas' se sitúa en el límite del género de artes marciales

Enric González

El género wuxia, popularmente llamado pelis de kárate, se rige por normas estrictas. Siete espadas, la superproducción asiática de Tsui Hark, que abrió anoche la 62ª edición de la Mostra de Cine de Venecia, cumple a rajatabla todas esas normas y lleva el género hasta el límite de la perfección o incluso más allá, es decir, hasta el amaneramiento. La coreografía de los combates, la banalidad de los diálogos y la cursilería del conjunto alcanzan niveles insuperables. La elección de Siete espadas como clave de apertura supone también, probablemente, una nueva frontera en el ecumenismo comercial del certamen veneciano.

Tsui Hark, el director, es un reconocido maestro del wuxia. Nacido en Vietnam, fue uno de los fundadores de la exitoºsa industria cinematográfica de Hong Kong, se instaló en Hollywood en los noventa para trabajar, entre otros especialistas del género, con el expresivo actor belga Jean-Claude Van Damme, y retorna ahora a China para "cambiar las reglas de un género", explica, "en el que los héroes se han hecho tan exagerados e idealizados que resultan ridículos". Los siete héroes de Siete espadas no son exagerados: vuelan poco, no se quedan congelados en el aire y raramente matan a más de 20 enemigos con un solo golpe. Cuentan, además, con una cierta densidad psicológica: uno se enamora, otro es de corazón vengativo porque su padre fue injustamente ejecutado y un tercero se ríe todo el rato por razones que el espectador inexperto no consigue discernir.

Todo lo dicho encaja con la ortodoxia de las normas del wuxia, por lo que no debería considerarse un demérito. Si el guión es elemental, tanto en los pasajes violentos como en los melosos, y las escenas de mayor sentimiento producen un cierto bochorno, las batallas campales son espectaculares (quienes aprecien el dinamismo de las amputaciones en vivo y las cabezas rodando montaña abajo no deben perderse Siete espadas), la coreografía de los duelos a espada alcanza un nivel magistral y la fotografía resulta deliciosa. No conviene confundir en ningún caso Siete espadas con Siete samuráis o con su secuela western, Los siete magníficos, aunque el argumento sea esencialmente el mismo. La distancia entre una y otras es la que separa, digamos, Sed de mal y Torrente. Misión en Marbella.

Marco Müller, director del festival, explicó que la elección de Siete espadas para la proyección inaugural se corresponde con el homenaje que en la presente edición, en la sección Horizontes, se dispensa al cine asiático. También la fiesta de gala se disfrazó de oriental y contó con dragones de papel, fuegos de artificio, sonido de cascabeles y comida china.

El tradicional desfile sobre la alfombra roja fue dominado por la presencia de Inés Sastre, madrina del festival, y por una retahíla de rostros estelares: Harrison Ford (invitado en calidad de pareja de Calista Flockhart), Jacqueline Bisset, George Clooney, Tina Turner y un largo etcétera en el que se incluía un número indeterminado de ministros y ex ministros italianos, todos con el mismo suspiro en los labios: que el León de Oro fuera por fin para una película italiana, cosa no acaecida desde 1996.

Tsui Hark, director de <i>Siete espadas,</i> ayer en Venecia.
Tsui Hark, director de Siete espadas, ayer en Venecia.REUTERS
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