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Reportaje:TENIS | Open de Estados Unidos

"Nadal no tiene techo"

Santana (1965) y Orantes (1975), ganadores en Nueva York, rememoran sus triunfos y ven con posibilidades al mallorquín

Cuando Carlos Moyà alcanzó las semifinales del Open de Estados Unidos en 1998, tras haber ganado el torneo de Roland Garros, pareció que su generación estaba rompiendo una barrera del tenis español cerrada desde hacía 27 años. Cuando escaló hasta la final en 2003, dio la sensación de que Juan Carlos Ferrero podía anotarse incluso su segundo grand slam y coronar aquel excelente año en el que ganó Roland Garros y fue el número uno del mundo. Sin embargo, nada de aquello cuadró. Los únicos referentes al hablar del Open norteamericano siguen siendo Manuel Santana, el primer campeón español (1965), y Manuel Orantes, el último (1975).

¿Cosas del destino? Diez años separan aquellos dos triunfos. Y ahora que han pasado 40 y 30 respectivamente, en 2005, algunos afirman que ha llegado el año -concluye también en 5- en el que otro español va a ganar la única competición del Grand Slam que se disputa en Estados Unidos. "Nadal puede coger nuestro testigo", concluyen también los dos legendarios campeones.

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"Hay detalles que le asemejan a mí", comenta Santana; "el año en que gané, habíamos superado también a Estados Unidos en la Copa Davis y yo era ya campeón de Roland Garros. Sin embargo, nadie creía en mí, como tampoco creían en él fuera de las pistas de tierra batida. Pero, cuando uno es un campeón, puede jugar bien en cualquier tipo de superficie. Y Nadal lo es".

En 1975, diez años después del éxito de Santana, Orantes estaba en su plenitud. Llegó al Open estadounidense tras haber ganado cinco torneos, entre ellos los dos últimos de preparación previa: Toronto (el Open de Canadá) e Indianápolis. "Llegaba en muy buena forma y aquella victoria en el Open fue una consecuencia de toda la temporada que estaba completando", recuerda el granadino; "en Nueva York el cuadro era increíble. Había tenistas de mucha calidad. En los cuartos de final superé a Nastase [rumano], en las semifinales a Vilas [argentino] y en la final a Connors [estadounidense]".

Lo que nadie olvida de aquella hazaña es que en las semifinales debió salvar un 5-0 con dos sets a uno en contra y cinco bolas de partido, que parecían abrir la puerta del éxito de par en par a Vilas: "Entonces nos llevábamos mal porque yo le había ayudado mucho en sus inicios y a él se le había subido la fama a la cabeza. Y tal vez encontré ahí la motivación necesaria para ganarle". Sin embargo, lo más importante es que Orantes creía en sí mismo -había ganado al argentino cuatro veces aquel año y se sentía fuerte-: "Igual que ahora Nadal, que ha sido campeón en Montreal demostrando un estado de forma excepcional. Y eso le da una confianza física y mental inagotable".

"Orantes tuvo una gran ventaja porque ganó el torneo un año que se jugó en tierra batida", explica Santana; "pero lo que hizo fue muy grande. Yo lo gané en hierba y superé en la final al surafricano Drysdale. Para los neoyorkinos era un año muy especial porque celebraban la Exposición Universal. Aquello atrajo a la ciudad y al torneo a muchos personajes políticos y del mundo cultural". "Con dos mangas a cero a mi favor, el partido tuvo que suspenderse por culpa de la lluvia", prosigue el madrileño; "y, entonces, el gobernador del Estado, Bob Kennedy, vino a saludarme al vestuario. Tuve ocasión de conocerle y fue otro motivo de orgullo para mí. Al final, un grupo de españoles me levantó en hombros y me llevó de la pista central al vestuario vitoreándome y cantando canciones españolas. Se quedaron muy sorprendidos. No estaban acostumbrados a todo aquello".

La victoria en el Open de Estados Unidos pareció dar alas a Santana. Le convenció de que podía ganar también en hierba y le llevó a tomarse mucho más en serio la conquista de Wimbledon. "Allí cogí confianza y fuerza para ganar al año siguiente en la catedral", confiesa ahora; "y estoy convencido de que a Nadal le va a ocurrir lo mismo. Había dudas sobre su calidad en las pistas duras. Pero en Montreal demostró que hay muy pocos jugadores capaces de superarle. Y ahora parte en Nueva York como uno de los grandes favoritos. Aunque el torneo se juegue en pista rápida y no en hierba como en mi caso, estoy convencido de que una victoria elevaría su autoestima y le haría enfocar el año que viene Wimbledon con mucha más confianza".

"Hace unos años, la victoria en Nueva York parecía difícil, pero ahora no", insiste Orantes; "Nadal es muy fuerte física y mentalmente. Y siempre quiere ir más allá. Antes sacaba mal, pero ahora no hay quien le rompa el servicio. Liftaba demasiado sus golpes de fondo y lo ha corregido. No tiene techo. No se conforma con lo que tiene. Sigue evolucionando constantemente. Y su entorno le ayuda a mantenerse sereno, a tener la cabeza clara y firme".

Orantes ganó a los 26 años y Santana tenía ya 27. Nadal suma 19 y es ya campeón de Roland Garros y de la Copa Davis y número dos mundial. "Claro que pueden ganarle. Pero deberán jugar muy bien para hacerlo. Porque su juego no tiene altibajos. Es constante. Y su ilusión y su garra enganchan al público", afirma Orantes. Santana concluye: "Va a ser el número uno. Federer y Roddick le pueden ganar en el Open, pero son los únicos. Nadal debe ir mejorando cada día y ya lo hace. Saca mucho mejor y, a la larga, voleará mejor porque descubrirá que eso le ahorrará mucho desgaste físico. Es un fuera de serie. Puede coger mi testigo y el de Orantes en Nueva York".

Rafael Nadal, en uno de sus expresivos gestos.
Rafael Nadal, en uno de sus expresivos gestos.ASSOCIATED PRESS

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