El Celta retorna con suavidad
Que resuelva el talento individual no es lo raro; lo extraño es que ocurra en un equipo que viene de purgar sus pecados en Segunda división. El fútbol se presiente en el nuevo Celta; su aroma se extiende suavemente por las gradas de Balaídos como una promesa, la de que su apuesta por la calidad acabará por devolverle el protagonismo que un día tuvo en la Liga. De momento es sólo una intuición, pero mientras las piezas encajan, le basta con el talento para disfrutar de un suave aterrizaje en Primera. Al grupo de Fernando Vázquez le sobraron dos destellos para retratar a un Málaga menor, que apenas exigió a los de Vigo. La cosa tuvo pinta de encuentro generacional: explotó el partido un clásico, Gustavo López, y lo cerró el mascarón de proa de los recién llegados, Baiano, con un gol que también tuvo mucho de prometedor.
CELTA 2 - MÁLAGA 0
Celta: Pinto; Ángel, Sergio, Contreras, Placente; Iriney, Giovanella; Núñez, Canobbio (Perera, m. 86), Gustavo López (Silva, m. 78); y Baiano (Javi Guerrero, m. 86).
Málaga: Arnau; Alexis, Fernando Sanz, César Navas, Valcarce; Edgar (Chengue Morales, m. 52), Gerardo, Romero (Esteban, m. 32), Nacho; Juan Rodríguez y Salva (Pablo Couñago, m. 84).
Árbitro: César Muñiz. Amonestó a Valcarce, Nacho y Ángel.
Goles: 1-0. M. 11. Ángel toca en corto una falta en la frontal del área para que Gustavo López anote de fuerte disparo con la izquierda.
2-0. M. 46. Núñez adelanta para Baiano, que bate a Arnau desde el pico del área.
Unos 15.000 espectadores en el estadio de Balaídos.
Tan poca cosa fue el Málaga que no hubo manera de examinar a la defensa céltica, el punto negro de la pretemporada. No dijo esta boca es mía el equipo de Antonio Tapia, con un catálogo de recursos que empezaba y terminaba por adelantar la defensa y reducir los espacios. El Celta se encontró incómodo en un campo tan angosto, y por momentos tardó demasiado en recuperar el balón. Pero apuros no pasó, y como sus jugadores brillan por separado, cualquier ocasión puede convertirse en gol. El primero sirvió de homenaje a un futbolista al que muchos consideraban amortizado con el descenso, pero que acabó por ser decisivo en el regreso a Primera y por estrenar el casillero en la recuperada categoría: Gustavo López, aprovechó un golpe franco sacado en corto por Ángel para destrozar la red de Arnau con un zurdazo espectacular.
El segundo tanto, tras el descanso, confirmó las expectativas de Baiano, un futbolista habilidoso, de los que arman el remate en milésimas de segundo. Recibió un balón adelantado de Núñez y protegió la pelota en carrera con desenvoltura, pero sobre todo a Balaídos le impresionó la fuerza con que cruzó la pelota al palo contrario de Arnau. Desde ese momento pecó el Celta de acomodaticio: tan poca amenaza veía en su rival que la soberbia le pudo amargar la tarde. Sobre todo cuando entró en el campo el Chengue Morales, que se hartó de bajar balones del cielo a la pradera. Pero estaba claro que nadie podía amargar el regreso a la categoría de un Celta donde abunda el talento, aunque aún tenga por delante semanas de obras.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.