El ladrillo invade el Cabo de Gata
La construcción de un hotel de 21 plantas en una playa del parque natural almeriense desata las críticas de los ecologistas
El joven abogado almeriense Paco Segura, especializado en temas de urbanismo, puso rumbo a la biblioteca municipal de Almería en cuanto vio que las máquinas empezaban a mover las tierras en la playa del Algarrobico y comenzaba a crecer allí un hotel de 21 alturas y 411 habitaciones, en el municipio almeriense de Carboneras (7.200 habitantes en invierno y el doble en verano). Buscó el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) de 22 de diciembre de 1994, en el que se había publicado el decreto 418/1994 de 25 de octubre que clasificaba los suelos de las 38.000 hectáreas terrestres que abarca el parque natural de Cabo de Gata-Níjar, lo que se conoce como PORN: Plan de Ordenación de Recursos Naturales. Y buscó la página 13.207, correspondiente a la zona del Algarrobico: "Estaba arrancada".
La zona, reserva de la biosfera, es uno de los últimos rincones vírgenes de España
El abogado Segura no desistió hasta que encontró el BOJA y la página correspondiente a esa pequeña parte del litoral almeriense. Y cuál fue su sorpresa cuando se encontró con que, en el documento oficial, aquel mismo espacio de tierra aparecía como zona protegida clasificada con una B ("Ecosistemas excepcionales naturales con transformaciones antrópicas"), que representan el segundo escalón en protección. ¿Cómo podían estar construyendo entonces ese hotel ahí?
Las quejas y las denuncias ante la Administración, abanderadas por los grupos ecologistas (Ecologistas en Acción y Amigos del Parque de Cabo de Gata-Níjar), que ya venían protestando por el incesante crecimiento urbanístico de algunos de los 14 núcleos de población -un total de 3.525 personas censadas- como Las Negras, Agua Amarga, la Isleta del Moro, Rodalquilar..., empezaron a sucederse. Así como las de algunos vecinos, de la zona.
No obstante, a día de hoy, la superficie urbanizada en el parque, que afecta a los municipios de Almería, Níjar y Carboneras, no supera las 500 hectáreas. Pero precisamente, eso es lo que ha convertido el lugar en uno de los últimos rincones vírgenes de España, declarado reserva de la biosfera en 1997, después de haber sido declarado parque natural en 1986 y ampliado en 1994.
Y la playa del Algarrobico, en la que ya no queda ni uno solo de esos árboles llamados algarrobos que le daban el nombre, se ha convertido así en adalid de un lucha en defensa del parque natural, recogida por Greenpeace en su último informe del mes de julio sobre el litoral andaluz y titulado Destrucción a toda Costa. El temor de estas organizaciones, lideradas por "forasteros" asentados en la zona, radica en que la situación del Algarrobico podría sembrar el precedente para próximas actuaciones. Pero se enfrentan a muchos de los habitantes autóctonos que abogan por el desarrollo de una región históricamente pobre, semidesértica, en la que, por no haber, no había ni agua.
Las denuncias y las quejas han llegado hasta el Defensor del Pueblo andaluz. Fue éste quien, en respuesta a la queja de un ciudadano, remitió una documentación facilitada por el delegado de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en Almería, Juan José Luque, y a la que ha tenido acceso este periódico, en la que la zona en cuestión aparece señalada con una letra D, es decir, como "área urbanizable". Al igual que aparecía en la página web de la Junta, hasta que recientemente desapareció el link.
O sea, la misma zona había sido declarada como protegida en un boletín oficial de 1994 y casi diez años después, sin modificación ni corrección previa del Decreto, como urbanizable.
"El parque natural: ¡la niña de mis ojos!", son las primeras palabras de Fuensanta Coves, consejera de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y habitante durante años de una población del parque, en la entrevista telefónica mantenida con este periódico. "Una cosa es nuestra responsabilidad sobre el parque y otra las competencias de los ayuntamientos. No podemos usurparles esos derechos. El caso del Algarrobico, como el de Agua Amarga y otros, corresponde a planes urbanísticos de los años 80, es decir, anteriores a la declaración del parque como tal. Y la declaración de espacio protegido tiene que respetar derechos adquiridos anteriores. A mí no me gusta
[el hotel]. Me parece un horror. Pero es legal. La declaración ambiental no tiene carácter retroactivo", explica esta consejera de origen almeriense, que da por hecho que dicha edificación se está construyendo en una zona protegida del parque.
Sin embargo, el desacuerdo no termina aquí. El alcalde de Carboneras, Cristóbal Fernández (PSOE), con más de 20 años en el cargo y que en su día tuvo que asumir que el 75% de su término municipal se convirtiera en parque natural, niega que el Algarrobico sea espacio protegido. Y su concejal de urbanismo asegura que "la Junta cometió un error al elaborar los mapas".
La polémica vive ahora un momento crucial. Es inminente la publicación del nuevo Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN), cuyo borrador ya circula por los cajones de la Administración. Será esa nueva reglamentación, que se espera para septiembre, la que determine los nuevos límites del parque natural de Cabo de Gata-Níjar y vaticine su futuro. Este periódico tuvo acceso a ese borrador y comprobó que, si se mantiene como está, las zonas de hecho urbanizadas son reconocidas como urbanizables, independientemente de que la anterior normativa las considerase protegidas y no urbanizables y, en muchos casos, amplían sus delimitaciones (ver mapa). Esto es lo que ha llevado a los ecologistas a decir: "No sólo van a legalizar lo que era ilegal, sino que lo amplían".
El director del parque, Emilio Retamosa, lo reconoce, a su modo: "Lo del Algarrobico es un error de detalle dentro de un plan general. El nuevo PORN no va a ampliar el suelo urbanizable, significativamente. Pero sí va a incluir todas las sentencias que nos hemos tenido que tragar", dice refiriéndose a los casos en los que los fiscales han dictaminado a favor de las construcciones de los propietarios particulares, poseedores de la mayor parte de las tierras del parque.
Las batallas han terminado por librase en los tribunales. Y, en el caso del Algarrobico, el fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Almería, Francisco Oña, ha archivado el caso y en una sentencia con fecha del pasado 6 de mayo dictamina: "Las cartografías de ordenación no habrían tenido en cuenta los derechos urbanísticos de la zona reconocidos con anterioridad. Por tanto, esa primera cartografía fue fruto de un error. Y, por eso, el organismo [la Junta] publica una segunda que incluye esa rectificación [la de declarar como urbanizable la zona que antes no lo era], que afecta al conjunto de la zona y no sólo al lugar donde se construye el hotel". Pero el fiscal no alude a que la corrección no se publica en ningún boletín oficial; ni a si debe prevalecer la legislación medio ambiental sobre los planes generales de los ayuntamientos, como aseguran todos los técnicos ambientales consultados.
En Almería el turismo supone el 15% del producto interior bruto. Con un sector pesquero en decadencia, es la segunda fuente de riqueza tras la agricultura, aunque cada vez son más los empresarios que abandonan el tomate por el ladrillo. Pero todavía se disfruta de playas solitarias, de habitaciones en cortijos restaurados en medio de un paisaje casi lunar salpicado de pitas y chumberas, de un solo sonido que lo invade todo de día: el de las chicharras, y de unas noches de silencio estremecedor. El famoso "desarrollo sostenible" es aquí y ahora, más que en otro lugar, el reto.
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