Movistar se plantea cambiar de circo
La compañía telefónica estudia patrocinar sólo a Alonso tras la marcha de Pedrosa a Repsol
Tras la deserción de Dani Pedrosa, que en 2006 disputará el Mundial de MotoGP con el equipo HRC y con el color naranja de Repsol pintado en su nueva Honda, la división de telefonía móvil de Telefónica, Movistar, se plantea la redistribución de su inversión en patrocinios para la próxima temporada. Fuentes de la operadora han confirmado la posibilidad de abandonar el Campeonato del Mundo de motociclismo nueve años después de aterrizar en él. Sete Gibernau acaba contrato con Movistar a final de temporada y ya declaró al llegar a Brno que había mantenido reuniones con José Antonio Lombardía, director de mercadotecnia de Telefónica Móviles en España, quien le reconoció que su futuro patrocinio "está en el aire".
Huérfanos de Pedrosa, con quien Movistar ha mantenido una relación desde sus inicios en las fórmulas de promoción (1999), y con Sete Gibernau (el otro estandarte de la marca) en un momento difícil, la empresa española considera la opción de apostarlo todo a un solo número, y éste no es otro que Fernando Alonso. El dinero que hasta este año teñía las motos y los monos de los equipos de Pedrosa y Gibernau de azul y verde [unos 10 millones de euros] podría destinarse a aumentar la presencia de la compañía en el Renault R26 que Alonso pilotará la próxima temporada en el Mundial de F-1. El asturiano ya pasea el nombre de Telefónica
[aparece pintado en el alerón trasero de su R25] por todo el mundo. En cualquier caso, el operador hará públicas sus intenciones en los próximos días.
Al igual que le ha ocurrido a Movistar con Pedrosa, la tabaquera hispano-francesa Altadis también va a perder a su hombre franquicia, Valentino Rossi, en 2006. Con el portazo de il dottore, se acrecienta la opción de Altadis de abandonar el Mundial de MotoGP. Son pocos los objetivos que Valentino Rossi se queda sin alcanzar. Fue campeón del mundo de 125cc a los 18 años, del cuarto de litro a los 20 y, de no mediar una hecatombe, esta temporada alzará su quinto título consecutivo en la máxima categoría del motociclismo mundial.
Irreverente como es Rossi, su carácter no ligó con las rígidas directrices japonesas de Honda y, para demostrar a todos que las carreras las vence el hombre apoyado en la máquina, y no a la inversa, se fugó a Yamaha. Pero para ello tuvo que renunciar a uno de sus principios, la cláusula antitabaco que él mismo se autoimpuso unos años antes. En caso de lucir este tipo de publicidad, la empresa tabaquera debía donar a la lucha contra el cáncer la misma cantidad que desembolsase a il dottore. Rossi ha paseado dos temporadas los colores de Altadis
[Gauloises en su marca francesa] estampados en su M1 porque cuando firmó con Yamaha, la fábrica japonesa tenía un contrato con la tabaquera hispano-francesa. Hace poco más de dos semanas, Yamaha anunció el acuerdo de renovación de su contrato con Valentino para 2006. Rossi aceptó, pero impuso un requisito imprescindible: no llevar publicidad de tabaco en su moto. Dicho y hecho: todo indica que la próxima temporada el hexacampeón lucirá los colores de Alice, un conocido proveedor de Internet italiano vinculado ya al Mundial. El italiano nació en Tavullia, una ciudad tranquila situada a pocos kilómetros de la costa del Adriático. Los habitantes de esta ciudad cercana a Pésaro no sólo deben agradecerle a su hijo pródigo el haber paseado el nombre de la ciudad por todo el mundo. Gracias a la mediación de Rossi, sus vecinos gozan del privilegio, hace ya algunas semanas, de poder contratar una línea ADSL del mismo proveedor que decorará, el próximo año, el carenado de la M1 de Valentino.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.