El Villarreal impone su ley en El Madrigal

El Villarreal jugó para golear, pero acabó angustiado por culpa de Arteta, el español del Everton, que marcó un golazo de falta cuando el cuadro amarillo se estaba paseando en El Madrigal. Y los últimos minutos pasaron como horas y, en cada córner, el Everton acogotó a Barbosa, hasta que, volcado el Everton, remachó Forlán la superioridad local. Lo que supone que el Villarreal ingrese, merecidamente y por primera vez, en la élite del fútbol europeo.

Antes, el espíritu indomable de Sorín había limado la gallardía del Everton, que salió muy valiente al Madrigal, presionando hasta en el cogote del meta Barbosa. Pero apareció Sorín, fundamental en el salto definitivo que dio su equipo en la segunda parte del pasado curso. Le aportó carácter. Y ayer cabalgó encorvado con su melena negra y su zapatazo afortunado -rebotó en un defensa- batió a Martyn. El Villarreal jugó con un punto de arrogancia, de tan superior como se vio. Con esa elegancia natural con la que actúan Quique Álvarez, atrás, y Riquelme, en el medio. Entre ambos marcaron el ritmo conveniente.

A continuación se presentaron esos dos puñales con los que cuenta en ataque el Villarreal, Forlán y Lucho Figueroa, que calentaron las manos de Martyn. Pocos equipos de Europa cuentan con una pareja de delanteros de tal calibre. No sólo por ellos, sino porque disfrutan, además, del mejor pasador del planeta: Riquelme. Las ocasiones de gol se suceden. Y no sólo eso, sino que ambos defiende como leones. Porque, pese a su disposición claramente ofensiva (dos delanteros y un media punta como Riquelme), el cuadro de Pellegrini se defiende con mucha dignidad, sincronizando casi siempre una superioridad numérica.

El público del Villarreal entendió la cita como lo que era, una gran fiesta para esta pequeña localidad castellonense, de ahí la celebración tranquila tan propia del Madrigal. Otra cosa fueron algunos de los aficionados ingleses, desalojados por la policía a medida que iba en aumento su etílica agresividad.

Una entrada salvaje de Kilbane a poco de comenzar el choque envió poco después a Javi Venta a la ducha, lesionado. Lo que se convirtió en una oportunidad para ver de cerca al flamante Kromkamp, recién fichado por el Villarreal, y que dejó señales de por qué fue uno de los laterales derechos más seguidos el curso pasado en sus actuaciones en el AZ holandés. Es una lateral muy largo, de técnica notable, que le dio salida a Riquelme, cada vez que el medio punta argentino quiso abrir el juego a su derecha. Vive como tocado por una varita mágica el club de Fernando Roig, que ha confeccionado una plantilla muy completa. Además de los titulares de ayer, quedan en la reserva Tacchinardi, Roger, Font, Cazorla, José Mari, Guayre y Valencia.

El Everton pagó el calor y la intensidad de su primer abordaje. Cedió. Y Riquelme dictó otra vez su lección: la de quien juega y hace jugar a sus compañeros. A su antojo. Con un sinfín de recursos técnicos, aquí un gorro, aquí una preciosa folha seca que sacó chispas de los guantes de Martyn, el mejor y más exigido de los toffees. Hasta el célebre Colina se le escapó una pícara sonrisa cuando vio cómo Riquelme le hacía un nudo en la cintura a Weir, que, humillado, acabó por soltarle una coz al argentino.

El Madrigal, en fin, se lo pasaba en grande, recreándose en su artístico fútbol hasta que, inopinadamente, empató el Everton, que parecía sepultado. No el español Arteta, que enseñó de pronto su excelente golpeo a balón parado: superó a Barbosa con un tiro muy enroscado. El cuadro británico, de repente, tenía la eliminatoria a un palmo. El Villarreal trató de seguir fiel a su estilo, pero no evitó que el Everton pusiera el Madrigal en vilo: el gigantesco Ferguson arrasó con todo, cabeceó a gol un centro de córner de Arteta y Colina lo anuló por una discutible falta sobre Quique Álvarez. Se sucedieron las angustias junto a Barbosa hasta que, en un contragolpe, Forlán selló la brillante propuesta del Villarreal.