El Depor se hunde en el velódromo

Todo iba sobre ruedas para el Depor en Marsella y todo se desmoronó en un momento de la segunda parte. Fue por una tontería del árbitro, que se equivocó flagrantemente y otorgó a Capdevila la tarjeta por una falta que había cometido Acuña. Era la segunda amarilla y el Depor, que perdía 2-1 pero no parecía muy apurado, se desplomó a la lona. Como si les hubiese entrado un ataque de pánico, la colaboración entre Molina y Andrade -que anoche, al igual que en las dos semifinales contra el Newcastle, había marcado un gol- regaló el tercero al Marsella. Y los franceses, sin muchos más argumentos que el empuje y la corpulencia de los delanteros, estrujaron el Depor y le acabaron arrollando. Todo, en los últimos 25 minutos del partido.

Contra toda costumbre, el Depor se ha pasado el mes de agosto entre partidos en los que saltan chispas. Mientras otros se divierten con la pachanga, a los penitentes de la Intertoto les tocan duelos como el de ayer en el Velódromo de Marsella, salpicados de disputas y mala leche. Y que además acabó con un trauma que deja al conjunto de Caparrós fuera de las competiciones europeoas. El Depor, que traía dos goles de ventaja, ya comenzó el partido comprando boletos para una noche de miedo. Molina falló en el duro lanzamiento de falta del zurdo Taiwo y facilitó el gol de Ribery. Las gradas del Velódromo, un estadio que intimida como pocos, se encendieron con todo su estruendo y colorido.

Pero el Depor no consintió que el rival le viese flaquear. Rubén generó de inmediato una ocasión, y, sin más demora, volvió a aparecer Andrade, que está lanzado y a la mínima se incorpora al ataque. En Marsella le bastó un poco de oportunismo para aprovechar otro fallo del portero francés. El grueso parte de acontecimientos en el primer cuarto de hora del partido, se completó cuando el árbitro envió a la ducha a Duscher y Ribery, autor del gol francés, tras una refriega que tampoco parecía para tanto.

No se acabaría ahí el protagonismo del árbitro ruso, que en la segunda parte le adjudicó a Capdevila una tarjeta que correspondía a Acuña. Poco antes, el Marsella había marcado tras un saque de córner, un gol que castigó el poco temple del Depor para manejar el partido y evitar que el Marsella le arrastrase a una pelea áspera que nada le convenía. Pero el Depor, confiado en su ventaja, no se enmendó. Y después de la expulsión de Capdevila, llegó otro pifia entre Andrade y Molina, el tercer gol del Marsella. A partir de ahí, sobrevivió ese desastre tan típico en los partidos europeos. Una conjunción entre el miedo propio, el empuje ajeno y el entusiasmo que transmitía la grada dejaron al Depor fuera de las competiciones europeas por primera vez en seis temporadas.