A oscuras
La noticia: "Un gran apagón eléctrico origina el caos en Moscú".
La fecha: jueves, 26 de mayo de 2005 (programa número 57).
Susto en Moscú. Media ciudad se quedó sin luz durante todo el día. La Plaza Roja era la Plaza Gris Perla. Tuvieron que tirar muchas ensaladillas porque se echaron a perder.
La circulación también fue un caos. Veinte mil rusos juntos... Imagínense, parece un chiste. Un abrazo a la comunidad rusa en España. Veinte mil rusos, decía, quedaron atrapados en los vagones del metro varias horas. Concretamente entre la estación de Smirnoff y Eristoff. Y, claro, se montó una fiesta allí...
Como en cualquier apagón que se precie, los moscovitas aprovecharon para conocerse mejor. Como Bush, que también nació fruto del apagón de Nueva York. Por eso tiene tan pocas luces. Aunque lo del apagón no siempre funciona. Yo invité a una chica a mi casa, y enchufé todos los electrodomésticos a ver si saltaban los plomos: la tostadora, la lavadora, el aspirador... Al final saltaron y le dije: "¿Aprovechamos?". La tía: "Vale". Y se puso a hacer sombras chinas con una linterna.
Está claro que el verano promete. Primero nos quedaremos sin agua y después sin luz
Y aquí será mejor que nos preparemos. Ayer el presidente de la Red Eléctrica de España, que es una profesión -con enchufe, pero una profesión-, advirtió de que este verano pueden producirse cortes de luz. Lo dijo como si fuese una noticia. Y los periodistas: "¿Dónde está la novedad?". Eso es como predecir que este año la canción del verano va a ser hortera. Ya lo sabemos. Prepárense para esa situación doméstica extraña, inquietante. Cuando se va la luz, no sé por qué, siempre te pilla desprevenido. Y claro, encuentra las velas. Te das cuenta de que no reconoces la propia geografía de tu domicilio, y vas por ahí palpando las paredes, que pareces el hombre araña. Y pisas un gato... "¡Pero si no tengo gato!". Tiras un jarrón... "Da igual, era feo". Y digo yo, ¿por qué no hacen las velas fosforescentes? Si tienes un apagón, buscas el brillo y corres hacia la luz, como la niña de Poltergeist. Las encontrarías a la primera.
Aunque más dramático es cuando se va la luz y tienes la nevera llena. El primer síntoma es ver una bandada de buitres sobrevolando la cocina. El segundo es que te ves comiendo congelados toda la semana. Para desayunar, plato combinado de croquetas, lasaña y calamares. Para comer, varitas de merluza con palitos de cangrejo. Y de postre aprovechas para rascar las paredes y te haces un sorbete de escarcha, con gusto a canelón.
Yo creo que los aparatos imprescindibles tendrían que tener la opción de ir a pilas. Bueno, algunos aparatos imprescindibles ya llevan pilas... ¡Mira cómo ríe la señora!... No, en serio, la nevera o la lavadora tendrían que tener unas pilas tamaño bombona de butano. Y cuando se acabasen: "¡Dos pilas al cuarto primera!". Te viene un tío, vestido de conejito: "Me cago en la pila...". O el televisor, que también es imprescindible. Porque cuando no hay luz, no hay tele. Y si no hay tele, ¿qué haces? Hablar con la familia. Brrr... Esa familia que se va la luz y se quedan en la misma posición, como si la tele funcionara. Albergando una tenue esperanza de que de repente vuelva. Pero no vuelve. Hasta que uno dice "Vamos a dormir". Y todos: "Sí, sí, sí...". Y se van a dormir sin cenar ni nada. La gente, por no hablar, no comería.
Para prevenir apagones es importante un uso moderado. No hay que derrochar. Yo tengo un amigo de Reus tan ahorrador, que se quedó ciego y lo primero que hizo fue darse de baja de la compañía eléctrica.
Está claro que el verano promete. Primero nos quedaremos sin agua y después sin luz. Total, que si queremos organizar unos juegos olímpicos para el 2020, o espabilamos, o le pedimos a los atletas que se traigan cantimplora y pilas alcalinas.
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