Obsesionado con el Barça
Van Bommel confiesa que es un admirador del club azulgrana desde que era un niño
Cuando en agosto de 2004 recibió en su casa de Eindhoven la noticia de que el Barcelona quería ficharle, Mark van Bommel, de 28 años, lo tuvo claro: finalmente, podría cumplir su sueño y jugar en el Camp Nou. Antes, sin embargo, tenía que finalizar su contrato con el PSV y llegar con la carta de libertad al Barça para firmar por tres temporadas. "Entonces", recuerda ahora el centrocampista holandés, "cerré la carpeta de las ofertas. Ya no escuché ninguna más, ni la del Madrid, y me dediqué a disfrutar de mi último año en el PSV". Un año de espera, largo, según asegura el jugador, por sus ansias de debutar con el conjunto azulgrana en el Camp Nou.
Una oportunidad que seguramente le llegará hoy, en el partido de vuelta de la Supercopa que enfrenta al Barcelona con el Betis. La clara victoria azulgrana en el de ida (0-3) no ha rebajado el interés del encuentro de esta noche. Las entradas puestas a la venta están agotadas y entre los aficionados hay tanto interés por ver al equipo como por ver el césped después de que el concierto de U2 del pasado día 7 obligara a replantar la mitad del campo. Los futbolistas lo pisaron ayer y el entrenador, Frank Rijkaard, no salió muy contento: "No está bien. Hay que trabajar para que quede estupendo y podamos desarrollar nuestro juego".
El centrocampista aspira a debutar esta noche, ante el Betis, en el Camp Nou
Las circunstancias abonan el estreno durante el partido de un medio físico y completo como Van Bommel. El futbolista está ansioso y todavía hoy recuerda el póster del Camp Nou que se compró siendo un niño en una de sus visitas de vacaciones a Lloret, Salou y Malgrat de Mar. Instalado ahora en Gavà, en la misma casa que ocupó Frank de Boer y al lado de la de Gio van Bronckhorst, su cicerone desde que llegó al Barça hace mes y medio, se ha ganado ya el aprecio del plantel. "Parece que lleve un año aquí", cuentan varios de sus compañeros; "se lo ha tomado con mucho interés y su adaptación es muy rápida". "Por suerte", se bromea en el vestuario, "no se parece al otro Mark [Overmars], que se fue tal y como llegó: muy despistado".
Vam Bommel ya sabía mucho del Barça cuando llegó al Camp Nou no sólo por su manifesta admiración por el club, sino también por los consejos de Cocu, su compañero en el PSV y ex capitán azulgrana: "Ha sido clave para que mi adaptación fuera rápida. Fue una de las personas que me aconsejó que aprendiera español lo antes posible". Van Bommel no sólo procura responder en castellano, sino que pide también que le pregunten en él desde que lo aprendió el verano pasado en un convento
de monjas españolas en el que permaneció una semana: "Soy holandés, pero no tengo mucha facilidad con los idiomas. Quizás sea un poco torpe. Incluso mi inglés no es muy fluido y, cuando me entrevistan en este idioma, a veces les pido que hablen despacio".
"Mi obsesión por el Barça me la inculcó mi padre", prosigue Van Bommel; "es un club que me ha gustado siempre y las buenas sensaciones fueron a más cuando Ronald Koeman marcó el gol de la victoria europea del Barça en Wembley en 1992". "Y, cuando llegaron más holandeses al Barça, mi interés por este club aumentó", insiste; "por eso, cuando Rob Jansen [director del PSV] me confirmó su oferta, le dije que no atendiera a más clubes".
Van Bommel, cuyo físico intimida (1,87 metros) tanto como su carácter -algunos jugadores le comparan con Cocu, pero "con mala leche"- es consciente, en cualquier caso, de que deberá luchar por su titularidad: "Confío en debutar en el Camp Nou. Rijkaard conoce mis virtudes. Puedo jugar indistintamente en cualquier demarcación del medio campo. Estoy para ayudar". Momentáneamente, en cualquier caso, ya advierte que "será imposible" repetir los 14 goles que marcó el curso pasado "porque la Liga española es más difícil". Y remacha que se conforma con la mitad y con recuperar la internacionalidad que ahora Marco van Basten le niega.
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