Los irreductibles
La expresión "una mala salud de hierro" describe bien la situación en la que se encuentra, desde hace ya décadas, el cómic español. Pese a la afluencia de público en los dos principales acontecimientos, los salones del cómic de Barcelona y A Coruña (que se celebra en estos días), muchas revistas cierran, algunas editoriales quiebran y otras emergen aportando aire fresco. El ciclo se prolonga de momento, aunque el enfermo puede terminar de morirse cualquier día. O quizá ocurra lo contrario y se cure para siempre.
Fernando Tarancón, uno de los cuatro fundadores de la editorial bilbaína Astiberri, sabe que el margen de maniobra es estrecho: "En España hay pocos lectores en general y aficionados al cómic menos todavía. Para el tebeo de calidad la cosa está peor aún. Nosotros nos dirigimos a ese público. Trabajamos para la minoría de la minoría de la minoría". A pesar de ello, es optimista. "Si conseguimos consolidar el hueco abierto en algunas cadenas de librerías en los últimos años y entramos en las pequeñas librerías generalistas, habrá tarta para todos".
A la espera de ese día, cada editorial ha ido aplicando sus propias recetas. Paco Camarasa, dueño de la pionera Edicions de Ponent, mantuvo el proyecto a flote haciendo tiradas muy cortas, "de entre 1.000 y 2.000 ejemplares", para no acumular mercancía. "Como no podemos pagar a los autores los derechos que pagan las grandes editoriales, ofrecemos ediciones cuidadas. Hay que estar pendiente del papel, la encuadernación, el rotulado de los textos, el color".
Jesús Moreno, fundador de Sins entido, apuesta además por la coedición con sellos extranjeros. "Lo único que hay que cambiar es la rotulación -el color negro- y como hacemos una tirada entre muchos, abaratamos costes". Sins entido no quiere detenerse en las fronteras. "Estamos distribuyendo en Francia con nuestro mismo sello", añade Moreno. "No hay por qué tener miedo. Somos editores europeos, no sólo españoles". Astiberri ha optado por vender los derechos de sus obras en salones como el de Angulema con notable éxito. Ponent ha encontrado un nuevo mercado proporcionando "soluciones gráficas" para empresas, por ejemplo, jugueteras.
Unos y otros buscan los "libros estrella", aquellos que gracias a sus buenas ventas permiten enjugar las pérdidas de otras aventuras. Amiran Reuveni, editor de Ponent Mon, sello especializado en la importación de comics japoneses de calidad tiene cifras contundentes: "Recupero alrededor del 70 o el 80% de los gastos de cada obra que edito. Aguanto gracias a las ventas de Jiro Taniguchi y algún otro libro concreto".
Ponent Mon asume que su apuesta por el manga, el tebeo japonés, se resuelve en la larga distancia. "Los lectores jóvenes de hoy, y en especial las lectoras, se inician en el cómic a través del manga", comenta Reuveni. "Nosotros estamos aquí esperando a que se hagan mayores".
Mientras algunos diarios, entre ellos EL PAÍS mediante la colección 'Pasión por los cómics', ofrecen clásicos del tebeo a bajo precio, Camarasa cree necesario un mayor apoyo público. "Los niños dejan de leer en la adolescencia. En esa etapa crítica, las novelas gráficas pueden ser muy importantes. Algunas bibliotecas, especialmente en Cataluña, han entendido esto bien".
Todas las editoriales coinciden en la necesidad de mejorar los canales de comercialización y seguir prosperando a la sombra de las grandes editoriales. En palabras de Camarasa, "nosotros ponemos a los autores en órbita. Ellos los ponen en Marte. Lo acepto como un mal menor".
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