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Crítica:FESTIVAL DE PESARO | 'El viaje a Reims' | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

2005, una gran cosecha

El Festival Rossini de Pesaro organiza cada año sus actividades dando prioridad a las óperas escenificadas, pero sin descuidar las farsas de época, los recitales de cantantes o conciertos complementarios con obras no teatrales del gran compositor belcantista. Una de las apuestas más cuidadas del festival es la formativa, volcada fundamentalmente en el terreno de los cantantes. Para cumplir los objetivos de continuidad interpretativa se organizó la Academia Rossiniana, un lugar de encuentro que garantiza la fusión de musicología y teatro, gracias a la dirección de Alberto Zedda.

La Academia Rossiniana es la apuesta de futuro del Festival Rossini de Pesaro. Funciona como una universidad y allí se preparan vocal y estilísticamente cada año un grupo de cantantes seleccionados. Todo culmina en una representación de carácter público que, en los últimos cinco años, ha tenido como soporte escénico el montaje de El viaje a Reims, dirigido teatralmente por Emilio Sagi. La cosecha vocal de 2005 ha sido especialmente feliz y en ella han brillado varios cantantes y, sobre todo, se ha producido una homogénea sensación de conjunto. Para mayor satisfacción, la dirección del joven director musical Daniele Belardinelli, al frente de la Orquesta Comunal de Bolonia, ha sido realmente sensacional, con un toque muy a lo Muti, desde luego, pero, por encima de todo, con una capacidad concertante y una atención a los detalles verdaderamante sorprendente.

La producción ha servido de plataforma de lanzamiento a artistas españoles como Mariola Cantarero o José Manuel Zapata
La Academia funciona como una universidad donde se preparan vocal y estilísticamente cada año un grupo de cantantes seleccionados

Por unas u otras razones, El viaje a Reims se ha convertido en la ópera simbólica del Festival Rossini de Pesaro. Aquí se recuperó en el Auditorio Pedrotti en 1984 con un inteligentísimo montaje de Luca Ronconi y una inspirada y lúcida dirección musical de Claudio Abbado. Esta histórica producción se repuso en 1992 y 1999, con responsabilidad musical de Abbado y Daniele Gatti, respectivamente. La herencia Ronconi fue recogida por Emilio Sagi y proyectada hacia el Festival Giovane. El director de escena español firmó con esta obra uno de los mejores trabajos de su carrera. Tuvo pocos medios materiales, pero, caramba, cómo los aprovechó. La puesta en escena derrocha sensibilidad, oficio, amor al teatro, conocimiento del medio, inspiración, sentido del humor, equilibrio y un ritmo tan sutil como endiablado. Año tras año es recibida con aclamaciones. Con todo merecimiento. Ayer fue llevada por Elisabetta Courir, apoyada por la diseñadora asturiana de vestuario Pepa Ojanguren.

En los últimos años, la producción ha servido de plataforma de lanzamiento a artistas españoles como Mariola Cantarero o José Manuel Zapata, que en años posteriores han accedido a montajes estrella del festival. Este verano no ha habido ningún representante de nuestro país. El nivel artístico ha sido, en cualquier caso, excelente salvo en las cuerdas masculinas graves. Poco van a tardar a figurar en primeros repartos cantantes como el tenor Maxim Mironov, un admirable Conde de Libenskof en la representación, o Maria Gortsevskaya, o Julija Samsonova, o Enrico Iviglia, o Irina Samoilova, o... Lo que importa, en fin, al margen de los nombres concretos, es la filosofía de esta iniciativa, la posibilidad de que una serie de cantantes jóvenes tenga la oportunidad de tener su primer contacto con el público al calor de un festival prestigioso como es el de Pesaro, en unas condiciones técnicas y estilísticas de primer nivel, que se manifiestan tanto en la homogeneidad de criterios como en el espíritu de trabajo o en el acceso al conocimiento rossiniano.

Por todas estas razones, el Festival Joven que sirve de proyección a la Academia Rossiniana se ha convertido en una de las citas imprescindibles de Pesaro. A la hora de una valoración global del festival es imprescindible contar con ello. En la buena impresión que deja la presente edición tiene tanta importancia la apuesta de El viaje a Reims, con jóvenes de medio mundo, como el esfuerzo agotador y admirable de Maria Bayo o Daniela Barcellona en Bianca e Falliero, como el perfeccionismo de Juan Diego Flórez o la ligereza de Daniele Gatti en El barbero de Sevilla, o la lucidez de Dario Fo y el arrebato revelador de José Manuel Zapata en La gazzetta. El Festival Rossini de Pesaro es una unidad en la diversidad. Por eso, entre otras razones, se encuentra entre las citas musicales más atractivas de Europa.

Una escena del montaje de <i>El viaje a Reims </i><b>representado en el Festival de Reims.
Una escena del montaje de El viaje a Reims representado en el Festival de Reims.AMATI BACCIARDI

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