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Crónica:FIESTAS DE LA BLANCA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Allá va la despedida

Que no cunda el pánico. No les voy a entonar ninguna jota ni tengo intención de emular a Andoni Egaña. Esto se acaba, y no es hora de hacer balance. Cada ciudadano sabe bien como le ha ido la feria, y los responsables municipales son conscientes de los aciertos y errores. Logradas, no se me cae el yo-yo, las actividades pensadas para los críos en diversos escenarios; los vitorianos -como siempre- han sabido dar un tono festivo adecuado, sin estridencias ni feas formas, con robos estadísticos y borrokas formales... Lástima que las arcas no puedan permitirse pagar el caché de U2 y súper Bono y sólo podamos contar con artistas de la talla del Fary. (¿Sabía usted que, en su día, años sesenta, Elías Aguirrezabal quiso traer a The Beatles?).

Esta noche, como vino, se va Celedón. Eso sí, un tanto ronco, cansado y sin un céntimo en el bolsillo

La pelota gana adeptos, de antiguo viene la afición; pero la fiesta -los antitaurinos han conseguido ocupar su minuto en el espectáculo- no consigue despegar, llenar la plaza, ni siquiera con Hermoso de Mendoza (cuatro orejas, ¿dos de más?), un estellica de pro... y eso que enteradillos, peñas y forasteros no faltan.

Los cronistas, además de contar cuanto vemos u oímos, también servimos para manejar las palabras, para poner una junto a la otra, para inventar artefactos verbales... que pueden deslumbrar tanto como los fuegos artificiales de nuestras noches, pero son demasiado efímeros. O servimos sobre todo para eso, y somos, por consiguiente, como se ha dicho, personas incómodas.

A veces, desde las instituciones -a Rabanera lo he visto hasta en la sopa y, la verdad, de cerca gana puntos, nos parece cercano, algo que no pasa con muchos de sus compañeros-, desde alguna clase de poder -qué poco les gusta la crítica razonable, la sugerencia bienintencionada-, se nos quiere utilizar, y como esto revela que nuestro trabajo "serio", nuestra escritura, no es utilizable, no tiene uso práctico de ninguna especie. Ni lo pretende. Estos días, el personal, por no leer no hojea ni el calendario.

Lo curioso es que nuestros artefactos, esas crónicas pegadas a lo cercano, que pretenden ser amables y entretenidas, brotan de una realidad densa, calurosa, y a su vez la configuran, le introducen coherencia, la re-crean. La Blanca, al fin y al cabo, no es más que un conjunto de palabras del pregonero Arroita y de Celedón txiki, de los Faroles y del blusa veterano (con sabiduría entre los pucheros y saber estar en la calle), del ama de casa y del barrendero, de quien la coge temprano y no la suelta hasta mañana, de quien sabe que esto apenas dura cinco días y merece la pena llegar. De esa textura verbal brotan conversaciones, desmadres, amores, borracheras, bailes de salón y de pueblo -ay, esos músicos verbeneros, cuanto les apreciamos-, devociones, melodías, sueños.

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Esta noche, como vino, se va Celedón. Eso sí, un tanto ronco y cansado, con la blusa regada de vino y sin un céntimo en el bolsillo ni lágrimas en los ojos. Quiso ligar con Mary Poppins pero apenas se comió nada, es -como las mujeres del limbo- mojigata y pizpireta. ... Y la casa nueva, sin desvalijar.

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