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VISTO / OÍDO
Columna
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Unas y otras bombas

Hoy: sesenta aniversario del bombardeo de Hiroshima: una sola bomba,140.000 muertos. Hiroshima no era una ciudad militar ni una base de guerra: se eligió por las buenas condiciones meteorológicas. Tres días después, por la misma razón, otra cayó en Nagasaki: 74.000 muertos, la mitad de la población en un solo estallido. En estos sesenta años han multiplicado su potencia y su número. Algunas están en puntos de conflicto, como las de Israel o las de la India y Pakistán, eternos enemigos. Las que más daño han hecho son las imaginarias: Irak está hundido en la tragedia porque Bush inventó que tenía bombas atómicas, como ahora imagina las de Irán. El único país que tiene es Corea del Norte y las negocia: por arroz y maíz.

En sesenta años, la posesión de la bomba por Francia, Inglaterra, Estados Unidos ha mantenido el "equilibrio del terror" frente a la Unión Soviética: ha habido momentos en que se tenía la seguridad de que el mundo podría desaparecer en una guerra. La llamada "fría" acabó con la URSS: arruinada en sus programas nucleares, no pudo mantener a su pueblo, y un pueblo con hambre y jefes poderosos es un hábitat de la corrupción y la represión. Cayó la URSS, la sucedió la antigua Rusia en forma de dictadura democrática: pero las bombas existen y han empeorado su condición destructiva. Nadie tiene duda de que serían utilizadas en caso de necesidad; o de suposición de esa necesidad. Desde entonces hasta la caída de la Constitución y el cambio de nombre se ha vivido la tensión de la guerra con descripciones, novelescas o científicas, seguras del final el mundo.

No se sabe por qué esta sincera amenaza, que contenía la persecución del comunismo, los comunistas y sus aliados, dejó de utilizarse: hoy es un día en el que lo rememoramos y auguramos lo peor; mañana volveremos a la supuesta amenaza del mundo islámico, con bombas de artesanía. En términos militares, su guerra es minúscula, hasta los miles de asesinados en Nueva York, Madrid y Londres más los muertos de países que no se citan en primera. Nuestra respuesta ha multiplicado en Afganistán y en Irak nuestros muertos. No nos van a ganar. Pero seguimos creyendo que la silenciosa bomba nuclear puede destrozar la tierra.

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