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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una emoción milimétrica

Javier Rodríguez Marcos

No sería difícil encontrar una genealogía ilustre para la pintura de Emilio Gañán (Plasencia, 1971). Del constructivismo a De Stilj y de Barnett Newman a Blinky Palermo, Morellet, Sol LeWitt o, puestos a buscar, cierto Strzeminski. Todo ello sin olvidar, más cerca, a Pablo Palazuelo. La obra de Gañán, efectivamente, se inserta en la ya larga -y vieja- tradición de la abstracción geométrica, una tradición cuyos presupuestos -basta repasar la nómina citada- se han movido entre la espiritualidad (de la vanguardia europea) y el descreimiento (del minimalismo estadounidense), entre la búsqueda mística del interior y la negación fenomenológica de la existencia de ese interior. La tradición de lo mínimo es tan larga que ya hace años que hizo el viaje de vuelta en pos de una razón revisada y humanizada. En esa síntesis se sitúa el trabajo de Emilio Gañán, en cuya obra la emoción se mide por milímetros. Así, el tránsito de cuadro a cuadro y de serie a serie se resuelve en gestos diminutos pero de enorme efecto, algo a priori impensable pero evidente ante el resultado (véase la serie de líneas abiertas de oro sobre negro). Más allá de las intenciones del artista y, sobre todo, más allá de sus creencias estéticas y religiosas (¡ah, el creador!), el valor de esta obra reside en que plantea cuestiones que el pintor sólo puede resolver en la pintura misma -por lo que ésta tiene de conocimiento-, cuestiones de las que el espectador sólo tiene noticia cuando se pone delante de un cuadro. ¿El arte por el arte? Salvando las distancias, la música por la música.

EMILIO GAÑÁN

Galería Fernando Pradilla

Claudio Coello, 20. Madrid

Hasta el 3 de septiembre

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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