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LUCHA CONTRA EL TERRORISMO

La policía toma las calles de Londres en busca de terroristas suicidas

Scotland Yard pone en marcha su mayor despliegue desde el fin de la II Guerra Mundial

Francisco Peregil

Durante todo el día se oyeron pasar helicópteros sobre el cielo de Londres. La ciudad vivió ayer la mayor movilización de fuerzas de seguridad desde la II Guerra Mundial, según Scotland Yard. Un total de 6.000 agentes patrullaron las calles y las estaciones de la capital, algunos de ellos en turnos de 14 horas. Policías de uniforme registraban mochilas y cacheaban a los viajeros. Y otros cientos, camuflados de paisano, intentaban descubrir entre los millones de usuarios del metro a un posible terrorista suicida. Los responsables policiales dijeron que se trataba simplemente de una medida para mantener la seguridad y la tranquilidad de los viandantes.

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Algunos periódicos y viajeros pensaron que la causa se debía a que era jueves, como el 7-J, cuando sucedieron los primeros atentados, y el 21-J, con los ataques fallidos en tres estaciones y un autobús. A medida que fue trascendiendo la nueva amenaza de Al Qaeda a través del lugarteniente de Osama Bin Laden, Ayman al Zawahiri, en un vídeo difundido por Al Yazira, se supo que había razones para la alarma. Es la tercera vez desde el 7 de julio que las autoridades deciden sacar tal número de agentes a la calle. La cuestión es saber durante cuánto tiempo pueden permitirse la ciudad y el país mantener el estado de alerta.

Un oficial reconoció esta semana que la investigación de homicidios y algunas operaciones importantes contra el tráfico de droga se han resentido desde el 7 de julio. Cada día que pasa, el despliegue policial le cuesta a las arcas públicas unas 500.000 libras (718.000 euros). El responsable de la policía metropolitana, Ian Blair, estima que necesita 500 policías más para sumar a los 3.000 con que cuenta ahora. Y el dinero para pagarles habrá de salir, según el diario The Times, del bolsillo de los londinenses, quienes pueden sufrir un incremento de sus impuestos municipales en la próxima primavera.

"¿Cree usted que es justo que los londinenses tengamos que cargar con los gastos de la lucha contra el terror?", preguntaba a sus oyentes una locutora de la BBC de Londres. La mayoría llamaba para decir que no era justo. "¿Y por qué no pagan también los habitantes de Leed?", proponía la propia periodista. "De allí vinieron al fin y al cabo los terroristas".

La nueva amenaza del Al Qaeda cayó ayer sobre la ciudad justo cuando sus autoridades habían lanzado mensajes de optimismo, porque se había reanudado totalmente el servicio esa misma mañana en todas las líneas del metro afectadas por las bombas excepto en la Circular, que funciona por ahora sólo con un servicio limitado. Cada día, tres millones de pasajeros se sumergen en algunos de los 500 trenes que pasan por las 275 estaciones del metro londinense, y seis millones se suben a algunos de los 6.800 autobuses. Esas cifras han disminuido ligeramente desde los atentados. En los días laborables, la afluencia ha bajado entre un 5% y un 15%, mientras que en los fines de semana ha caído a un 30%, comparado con el mismo periodo del año anterior, según el director gerente del metro, Tim O'Toole. Desde los atentados, los altavoces del metro no paran de aconsejar a los usuarios que estén pendientes en todo momento de sus bolsos y equipaje para no convertirlos en sospechosos.

Si bien es cierto que en el metro se palpa el efecto de los atentados, en las calles la gente continúa con las mismas ganas de disfrutar que siempre. Por las aceras de la calle más comercial de Londres, Oxford Street, cuesta trabajo caminar sin tropezar con alguien. En cuanto sale el sol es difícil encontrar mesas libres en los restaurantes con terraza. La ciudad continúa repleta de atracciones. Las taquillas no se han resentido.

A pesar de que Zaki Badawi, líder islámico moderado, ha aconsejado a las musulmanas dejar el velo en casa hasta que pase la ola de agresiones físicas y verbales, por las calles pueden verse cientos de mujeres con la cabeza cubierta. Las agresiones desde el 7 de julio a causa del "odio religioso" han aumentado seis veces en Londres respecto al mismo periodo del año pasado.

Un policía patrulla con su perro en un vagón de metro al pasar por la estación de Russell Square, que ayer se reabrió al público.
Un policía patrulla con su perro en un vagón de metro al pasar por la estación de Russell Square, que ayer se reabrió al público.EFE

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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