Volver a empezar
Volvemos a empezar, otra vez, la enésima, cuando teníamos a Pakito desmoralizado y la presencia del Estado en Euskadi se había convertido en mano de santo. La quema de autobuses, de cajeros, las algaradas, habían pasado a formar parte de los malos recuerdos. Pero recuerdos, no realidades, cuando, desde hace unos meses, a partir del PCTV autorizado a participar en la vida institucional y la resolución parlamentaria, abriendo bajo condiciones la posibilidad de negociar con ETA, empezaron a notarse los primeros síntomas de que el pasado volvía.
La muerte accidental de un etarra ha sacado a la calle definitivamente lo que se estaba volviendo a gestar, hasta la Ertzaintza se ve impelida a desenfundar sus armas y usarlas al aire en San Sebastián, y una concejal socialista recibe sobre la fachada de su casa el impacto de un cóctel molotov. Pueden ustedes buscar las razones de este volver a empezar.
Volveremos a empezar intentando recuperar el tiempo y la oportunidad perdidas en un aburrido, por conocido, proceso
Mientras que destacadas figuras del socialismo tiempo atrás excusaban los síntomas de lo que iba a resurgir diciendo que ETA no mataba desde hacía dos años, curiosamente, es la vicelehendakari Zenarruzabeitia, -rompiendo la tibieza con la que su Gobierno en el pasado calificaba estos atentados-, la que con gran contundencia los ha denunciado. Asume la acción de la Ertzaintza que evitó numerosos actos violentos y condenó unos atentados que adquieren "una especial gravedad política" cuando se dirigen contra partidos políticos o sus representantes.
Con dureza se dirigió hacia los que apoyan estos actos, y sorpréndanse, les advirtió que ninguna propuesta "será creíble ni ningún proceso" si se utiliza la kale borroka a modo de sustitutivo de la violencia de ETA. ¿Qué habrá por debajo para que los que aparezcan ahora como los duros sean los del PNV?
En esta sinfonía de la confusión probablemente debajo no haya nada que pueda dar resultado positivo alguno, pero, por si acaso, el PNV se prepara ante cualquier enroque de los socialistas en el complicado tablero vasco. Al fin y al cabo los que detentaban el poder desde hace muchos años en Cataluña y Galicia han sido descabalgados por los socialistas con el apoyo de nacionalistas. Es cierto que aquí es más difícil, pero cualquier atisbo de negociación con los violentos sin mediación del PNV es algo que les pone nervioso.
De tanto movimiento, de casi imposible salida, los únicos beneficiados son los de siempre. La desunión de los demócratas le produce réditos enormes a ETA y su mundo. Pasó cuando se rompió el pacto de Ajurianea y se está notando ahora que se ha roto el acuerdo más reciente, precisamente ahora que se busca la alianza de los países democráticos frente al terrorismo islamista en la visita de Zapatero a Blair. Y otra vez pagarán los errores los de siempre para que de nuevo se tenga que descubrir la necesidad del pacto político y la presencia del Estado frente al terrorismo. Que sólo desde fuera de la responsabilidad política se puede jugar a aprendiz de brujo, y todavía nos faltan todas las fiestas de las capitales y pueblos para poder apreciar hasta donde la bestia se ha curado a base del árnica que los voluntariosos, y a veces pérfidos, buscadores de soluciones le han vuelto a dar a ETA.
Volveremos a empezar intentando recuperar el tiempo y la oportunidad perdidas en un aburrido, por conocido, proceso, y con la esperanza a duras penas apuntalada en que esa nueva sea la definitiva si no viene un profeta con ganas de poner en práctica lo que un amigo que conoce muy bien el problema vasco porque veranea en Oyón, o tiene un amigo catalán amigo de uno de la izquierda abertzale, le ha contado.
Pero lo cierto es que ni siquiera por nuestra parte hemos vuelto a empezar, de momento es el terrorismo y su mundo el que empieza, por lo que tendremos que esperar a que algunos se sientan engañados y que empiecen a reaccionar, de nuevo, para encauzar la solución conocida rezando para que no aparezca de nuevo otro con ganas de aplicar su nueva fórmula.
El verano será suficiente para constatar si la dinámica de altercados sigue adelante.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.