Laporta ve justo el perdón al Camp Nou por su lucha contra la violencia
"Se ha hecho justicia en el concepto más amplio del término". Así de contundente se expresó ayer Joan Laporta, el presidente del Barcelona, al valorar la decisión del Comité de Competición de anular el cierre del Camp Nou por dos partidos por los escandalosos incidentes acaecidos en el clásico ante el Madrid, en noviembre de 2002, y sancionar sólo al club azulgrana con una multa de 4.000 euros. De gira con su equipo por Asia, Laporta apuntó que el fallo del órgano federativo puede considerarse como un reconocimiento de la política de la directiva que preside, desde junio de 2003, en su lucha contra los violentos. "La sentencia es un éxito de la política de tolerancia cero contra los violentos en los campos de fútbol", dijo.
Curiosamente, los objetos que se lanzaron al campo en el clásico de 2002, incluida la cabeza de un cochinillo, procedieron en su mayor parte de la primera y la segunda gradería de la tribuna del Camp Nou próxima a la esquina del córner derecho de la portería del Gol Sur. Los Boixos Nois, los aficionados azulgrana más radicales, se ubican justamente detrás de la portería del Gol Sur, no en las tribunas.
Laporta dijo comprender las críticas que la decisión puede generar en otros clubes sancionados y que tuvieron que cerrar sus campos, como fue el caso del Sevilla, castigado en 2002 con cuatro partidos y que instó al Barcelona a cumplir su pena. "Puedo entender que algún club se oponga a la resolución, pero queda claro que con la norma actual se requiere un previo aviso para cerrar un estadio", justificó el presidente azulgrana sobre la modificación de la regla, contraria al cierre drástico de los campos, aprobada por la asamblea de la federación, a propuesta de la Liga de Fútbol Profesional, en el verano de 2003.
Susto de Ronaldinho
Al calor asfixiante de Macao los jugadores del Barça sumaron ayer otro problema: el mal estado del césped del estadio en que hoy el equipo azulgrana dará por terminada su gira por Asia con un encuentro contra el Shenzhen Jianlibao, campeón de la Liga china (14.00 horas; TV-3, 19.00, en diferido). Como consecuencia de ello, Frank Rijkaard decidió suspender los dos entrenamientos que su equipo tenía previsto celebrar en la tarde de ayer y el ensayo matinal de hoy.
La alarma la dio Ronaldinho, que se quejó de un tobillo en una acción individual. Todo se quedó en un susto, en una anécdota, después de que el brasileño fuera atendido por el médico del equipo bajo la atenta mirada de Rijkaard. El técnico culpó a la hierba alta del campo, muy irregular, del percance sufrido.
Anteriormente, Rubén, el tercer portero, fue ingresado en un hospital tras sufrir un desvanecimiento por deshidratación. El guardameta regresó al hotel tras seis horas de tratamiento. Para evitar nuevas lesiones, Rijkaard dio fiesta a los jugadores, que se fueron de compras en helicóptero a Hong Kong.
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