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Perfil | Laurence Parisot

Patrona de patrones

Sólo el 4,5% de los empresarios franceses son mujeres. Sólo 18 de los más de 500 representantes de la patronal con derecho a voto son mujeres. Laurence Parisot, de 46 años, soltera, es esa mujer que dirige un universo masculino. Desde el pasado 5 de julio, cuando ganó ampliamente a los dos otros candidatos a liderar el Medef (Mouvement des Entreprises de France), la organización patronal francesa, creada tras la Segunda Guerra Mundial, que cuenta con alrededor de 750.000 empresas afiliadas y que, hasta ahora, había tenido seis presidentes masculinos.

Parisot, que sustituye en el cargo a Ernest-Antoine Seillière, es abogado y licenciada en Ciencias Políticas, pero trabaja profesionalmente desde que tenía 23 años. Empezó su carrera en un centro de estudios políticos, luego pasó a una empresa de sondeos y al cumplir los 30 años se hizo con la dirección del IFOP, otra empresa de sondeos, entonces en suspensión de pagos, pero que cerró el ejercicio de 2004 con unos beneficios de 650.000 euros y empleando a 210 personas.

Entremedias -desde el ejercicio de 2002-, Parisot también se ha puesto al frente de Optimum, una sociedad de carpintería industrial creada por su abuelo y que ella ha especializado en puertas correderas para armarios. Emplea a 190 personas y, desde que Laurence la dirige, ha multiplicado por dos su volumen de negocio.

La primera mujer al frente del Medef es también el primer patrón de patronos franceses que no proviene de la gran industria nacional. Laurence Parisot ha hecho su carrera en el sector de los servicios, y sus grandes avaladores al frente de la organización empresarial han sido banqueros, como Michel Pébereau, y aseguradores, como Claude Bébéar. Hasta su elección como presidenta siempre ganaban los candidatos respaldados por el sector siderúrgico.

Y esta primera mujer es también el primer líder patronal galo liberal. Laurence Parisot ha escandalizado a muchos franceses al poner en duda la representatividad de los sindicatos, pero no por razones ideológicas, sino "por el escasísimo nivel de afiliación de los trabajadores". Sin embargo, quiere discutir con las centrales sindicales a partir de lo que ella llama "el desacuerdo constructivo".

Entre sus obsesiones figura modernizar el código del trabajo, que califica de "kafkiano, absurdo e inadaptado".

SCIAMMARELLA

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